Mapamundi
Misterios del mapa de 1491 que guió a Colón
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«Cuando lo miras ves menos del 10% de lo que hay escrito y dibujado»
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La información del mapa proviene de los datos geográficos compartidos por tres etíopes
En la cuarta planta de la Galería de Arte de la Universidad de Yale descansa una obra excepcional del geógrafo alemán Henricus Martellus. Un mapa del mundo dibujado a mano con tinta ferrogálica, que data de 1491, y que normalmente da la bienvenida a los visitantes de la biblioteca Beineke de libros raros y manuscritos. A simple vista parece un mapa incompleto; una masa de tierra y agua sin nombres ni detalles,
con España y África al Este y Japón al Oeste. Descolorido por los
siglos y donado anónimamente en 1962, recuerda a los que se empleaban en
los colegios para aprender geografía. «Cuando lo miras ves menos del 10% de lo que hay escrito y dibujado», dice Gregory Heyworth, profesor de inglés de la Universidad de Mississippi y fundador del proyecto Lazarus, que pretende «democratizar las imágenes multiespectrales» para que sean accesibles a bajo coste. Esta tecnología
y el sistema portátil diseñado por Heyworth y su equipo han conseguido
que el ojo humano pueda leer textos por todas partes del mapa. A continuación, sus cinco mayores revelaciones.
En agosto de 2014, un equipo de cinco investigadores, con el
profesor independiente especializado en Historia de la Cartografía Chet
Van Duzer a la cabeza, pasó 10 días tomando imágenes multiespectrales
del mapa de Martellus para estudiar sus huellas imborrables. «La idea
surgió en 2009, mientras preparaba una conferencia en la biblioteca del
Congreso», recuerda Van Duzer, que destaca la influencia de esta obra en
cartógrafos posteriores.
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«Hay una buena razón para pensar que Cristóbal Colón tuvo en
cuenta este mapa y la prueba más clara es cómo está dibujado Japón. No
hay otro documento de ese periodo que diga que estaba orientado de Norte
a Sur», dice desde California, refiriéndose a los escritos del hijo de
Colón, Fernando. En estos, explica por qué esperaba encontrar Japón con
detalles de su orientación.
Van Duzer habla con emoción de los descubrimientos en el interior de África: «Es una de las partes más increíbles». Por primera vez hay una información precisa con «ciudades, ríos, montañas en Sudáfrica en el siglo XV»,
remarca. Según él, la información del mapa proviene de los datos
geográficos compartidos por tres delegados etíopes que acudieron al
Consejo de Florencia en 1441. Aunque otros tres planos anteriores
cuentan algunos detalles del continente, «el mapa de Martellus es el más completo», subraya.
Monstruos misteriosos
Los textos escritos en latín, señala Heyworth, hacen
referencia a «información histórica específica» -del Sáhara por ejemplo-
y también a fábulas. Algunos cartuchos -como denomina a las cajas de
texto- hablan de monstruos como «un pez torpedo», una «orca de piel suave» o una «serpiente» en África.
En la zona de Asia, tan pronto aparece una referencia a Tangut; un
estado que existió entre el siglo X y XIII en lo que hoy es China, como a
los panotii, gente de orejas tan largas que podían usarse como sacos de dormir.
un tablero de ajedrez. Dadas las proporciones del Martellus
(y su antigüedad), el grupo de investigadores y expertos en ciencias de
la imagen lo dividieron en 55 casillas y de cada una tomaron imágenes en
diferentes frecuencias, hasta 38 en algunos casos. Eso supone más de 2.000 imágenes y tres terabytes de datos analizados desde el año pasado.
El procesador principal de las imágenes -aún se sigue
trabajando concienzudamente en ellas-, el profesor Roger Easton del
Chester F. Carlson Center for Imaging Science del Instituto de
Tecnología Rochester, obtuvo los primeros resultados en días, explica
Heyworth, que destaca la precisión del análisis de componentes
principales -PCA por sus siglas en inglés- utilizado para revelar la
información.
Bandas mágicas
«El mapa de Martellus no es plano, tiene ondas»,
dice Heyworth, lo que hace más difícil es el proceso de sacar a la luz
estos textos escondidos durante siglos. Apasionado en sus explicaciones,
describe la herramienta portátil usada para fotografiar el documento: un
sensor de 15 megapíxeles monocromo, una lente de cuarzo -«hay sólo
cinco en el mundo»- para enfocar ondas de luz más larga, como la
infrarroja; dos filtros; y conocimientos para manejar material sensible.
Heyworth se refiere a los «palimpsestos digitales», una modalidad de
texto sobreescrito sobre un manuscrito, que se puede obtener si no se
trabaja bien con las imágenes multiespectrales. Y que además puede dañar
los documentos y objetos centenarios.
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