Los astilleros empiezan a salir a flote tras la crisis de las ayudas fiscales
La contratación mejora en el País Vasco y está congelada en Galicia, el otro polo naval
Mikel Ormazabal /
Pablo López
San Sebastián
/
Vigo
7 JUN 2015 - 00:00 CEST
Los astilleros españoles, que hace ahora dos años estaban sumergidos
en una gran depresión, van saliendo a flote y dan por superada la crisis
abierta entonces por la decisión de la UE de exigir la devolución de
las ayudas fiscales que en España se otorgaron a la fabricación de barcos (tax lease).
La actividad en las gradas repunta ligeramente, “sin alegrías”,
aseguran los constructores, pero lo hace con luces y sombras. Si en
Euskadi hay carga de trabajo para los próximos dos años y reina un
moderado optimismo, en Galicia cunde el desánimo por la escasez de
pedidos.
A mediados de 2013, la industria naval acaparó los titulares de
prensa. Los astilleros zozobraban, con riesgo de irse a pique. “Fue el
peor en mis 55 años de trabajo”, asegura Pedro Garaygordóbil, presidente
de Zamakona (Santurtzi, Bizkaia). Estaba anunciada la muerte del sector
por los embates de la crisis económica, la falta de financiación
crediticia, la apabullante competencia asiática y, como puntilla, por el
castigo que la UE consumó aquel año al viejo tax lease. Un cóctel diabólico que hizo estragos y dejó unas secuelas que han tardado dos años en borrarse.
La patronal Pymar (representa a 19 de los principales astilleros
privados) sostiene que la situación “ha mejorado y se observa un repunte
gracias al trabajo intenso de todos los implicados”. El año pasado se
formalizaron 18 contratos (casi 800 millones), financiados con el tax lease que la UE puso en vigor en enero de 2014 —un año antes fueron nueve operaciones—. La actividad constructora durante este año sigue la senda de la recuperación, sobre todo en el País Vasco y Asturias, según todas las fuentes consultadas.
Los inversores tienen ahora plena seguridad con el nuevo modelo de
incentivos fiscales aprobado por las autoridades comunitarias, aunque
aún no se ha cerrado el contencioso abierto con las ayudas otorgadas
entre 2005 y 2011. Inicialmente, trascendió que la Comisión Europea
reclamaba devolver casi 3.000 millones. Un portavoz de Competencia
informa de que recientemente se han reanudado las negociaciones con el
Ministerio de Industria para fijar la cantidad que se debe reintegrar y
que el Gobierno español fija en 126 millones, “lejos” de lo que reclama
Europa. El Tribunal de Luxemburgo podría zanjar en julio próximo este
procedimiento dando la razón a España.
“Quizás no es el mejor momento. La época de alegrías empresariales terminó.
Ahora se firman los contratos con suerte para empatar”, declara
Garaygordóbil, que acaba de firmar la venta de 10 remolcadores y esta
semana espera adjudicarse un flotel (buque-hotel) para un
armador danés. Sin salir del País Vasco, Murueta botará en breve otro
buque, Balenciaga tiene carga de trabajo para varios años y en La Naval
se construyen ahora un ferry, dos dragas y un cablero.
El naval vasco se ha especializado en la construcción de embarcaciones medianas, como los off-shore para plataformas petrolíferas, los atuneros congeladores y remolcadores. Los astilleros suponen el 2,1% del PIB vasco, dan trabajo directo a 6.430 personas (14.800 con la industria auxiliar) y facturan 985 millones, el 80% vía exportación.
En Galicia lo que mantiene en vilo al sector es la caída del precio
del crudo, que ha inoculado el virus de la inestabilidad en el mayor de
los astilleros, el de Barreras, ahora en manos de la petrolera mexicana
Pemex. Por ello, la lluvia de contratos que se prometió hace dos años no
ha llegado a concretarse. Se anunció la construcción de un atunero de
20 millones, y se informó de negociaciones “muy avanzadas” para cerrar
otros cuatro buques por unos 300 millones. También se habló de otros
tres en cartera, lo que, sumado al flotel, elevaría los pedidos a nueve.
Lo cierto es que en el astillero de Vigo solo se construye este último,
que se entregará el próximo septiembre.
En la ría de Vigo no se ha logrado ningún pedido en el primer
trimestre y de los anteriores, pronto se agotará la carga de trabajo:
siete barcos en fase avanzada de construcción. Mientras, el nuevo
esquema de financiación del tax lease no se acaba de asentar.
Algunas operaciones están en suspenso por falta de financiación. Es lo
que le ocurre a Astilleros Freire pese a haber ganado tres concursos
para fabricar un oceanográfico para Kuwait, un buque-escuela para
Indonesia y un barco de investigación polar para India.
“Estamos en horas muy bajas”, dice Enrique Mallón, secretario general
de Asime, patronal gallega del metal. “Desde que comenzó la caída del
precio del crudo, los contratos cayeron y la situación de los pedidos se
ha visto muy reducida”, explica. En el otro polo de la comunidad
autónoma, Ferrol, donde Pemex ha encargado a Navantia la construcción de
un flotel que se comparte con la factoría gaditana de Puerto Real,
tampoco hay otros buques acogidos al tax lease. Con 3.000
trabajadores ligados a un sector antaño fundamental para la economía de
la zona, la gran apuesta futura es un proyecto de eólica marina de
Iberdrola en aguas del Mar del Norte. Será el primer contrato que firma
el astillero en 14 años para una obra desarrollada íntegramente en sus
instalaciones. Es el ejemplo que mejor ilustra la necesidad del naval
gallego de explorar otras vías de negocio.
La baza de exportar
La labor comercial. Una treintena de empresas gallegas y otras 19 de
Euskadi han participado hasta el pasado viernes en la Feria
Nor-Shipping, en Oslo, para tratar de cerrar acuerdos y aumentar su
carga de trabajo. A la cita también acudieron el Ministerio de Industria
y Pymar para apoyo a un sector naval que da trabajo a 87.000 personas.
La competencia. Holanda y Noruega, ahora también Turquía, son los principales rivales de España en Europa, aunque la mayor cuota de mercado está en poder de China, Corea del Sur y Japón.
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