Leyendas Cambaral, el pirata que murió besando en Luarca
El Puente del Beso de la localidad asturiana evoca el final del cruel berberisco y de la hija del señor de La Atalaya, tan trágico como fantasioso
«Dos cabezas cercenadas trazaron una
parábola perfecta para hundirse en las azules aguas de la Villa Blanca.
Estaban unidas en un beso tan eterno como la hipnótica cadencia de la
marea. Hidalgo, orgulloso señor de la atalaya, contempló horrorizado la
mano que acaba de segar aquellas vidas, la suya propia. Aunque más
doloroso era alzar la vista y encontrarse con aquellos dos cuerpos
abrazados: el de Cambaral, auténtico terror de los mares, y el de su
única hija». La escritora Ana Morán recrea en «Legendarium» (Tombooktu, 2015) la leyenda más famosa de Luarca, la del Puente del Beso, bautizando como Hidalgo y Mariana a dos de los protagonistas de esta popular historia.
En la leyenda de esta localidad costera asturiana solo se habla, sin embargo, de un «señor de la fortaleza», conocida como La Atalaya, que tendió una emboscada a un pirata berberisco de «crueldad extrema» llamado Cambaral (o
Camboral). Haciéndose pasar por pescadores, los guerreros del señor de
la fortaleza lograron apresar al temido saqueador, al que encerraron,
cargado de cadenas, en las mazmorras de La Atalaya.
La hija del señor, «una bella doncella de espíritu generoso y gran corazón», según cuentan en Luarca,
bajó a la celda a curar las heridas del pirata y «fue verse, siquiera
entre las sombras, para que sugiera entre ellos el más puro amor»,
dicen. Ambos huyeron hacia el puerto, pero en el último momento, el
señor de la fortaleza los sorprendió.
Conscientes del final de su
aventura, los enamorados se abrazaron y se besaron con tanta pasión que
el señor de Luarca, loco de ira, cortó sus cabezas de un solo tajo.
Dicen que cayeron al río unidas para siempre en un beso, en el mismo lugar donde años después se levantaría el puente al que bautizaron así, del beso.
«Es una historia muy novelera, puramente legendaria», subraya Juan Antonio Martínez Losada Estremera, cronista oficial del concejo de Valdés, que descarga la paternidad de la leyenda en el ya fallecido escritor y periodista Jesús Evaristo Casariego, que fue director del Real Instituto de Estudios Asturianos
y profesor de Historia en la Universidad de Oviedo. «Era un personaje
peculiar en Luarca; muy culto y también un poco fantasioso», asegura
Martínez Losada.
Luarca sufrió ataques de vikingos
-«los clásicos ataques costeros en los que la gente del lugar se
refugiaba tierra adentro y éstos saqueaban el pueblo y se marchaban en
sus barcos»-, pero el cronista oficial duda de que «piratas berberiscos o
moros llegaran tan arriba».
No existe tampoco ninguna referencia
histórica sobre ningún pirata Cambaral, que según la leyenda dio nombre
al antiguo barrio marinero de Luarca, con un Cambaral alto, en el
declive del monte, y bajo, en el paseo del muelle. «Es uno de los
barrios en los que nació Luarca», explica Martínez Losada. El topónimo de El Cambaral hace referencia, sin embargo, a un «lugar abundante en cangrejos», como debía de ser este emplazamiento.
«Sobre el origen del nombre de
Luarca existe otra leyenda, también inventada», relata Martínez Losada.
Aunque los datos históricos más antiguos que se conocen sobre esta
localidad asturiana datan del s.X, se cuenta que un siglo antes llegó a
Luarca el Arca Santa de
las reliquias que después fue llevada a la catedral de Oviedo. «Cuando
estaba entrando en la iglesia (románica, del s.XI), bajó por la calle un
lobo y se postró ante el arca. De la unión de lobo y arca en lobarca y
luego Luarca, dicen que viene el nombre», explica el cronista antes de
añadir que «todas estas leyendas son productos de la fantasía.
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