El misterio de los virus del Ártico, desentrañado por científicos españoles
Investigadores
del CSIC y la UAM han descubierto que estos microorganismos no tienen
nada que ver con los microbios presentes en cualquier otro lugar.
Tanto
el Ártico como el Antártico son sacudidos por los vientos y las bajas
temperaturas, la radiación solar durante los lánguidos días y la
intemperie más absoluta durante las largas noches. Pero entre ambos
extremos del globo, hay claras diferencias. Por ejemplo, no hay
pingüinos en el Polo Norte ni osos en el Polo Sur. Y por eso, en algunas
ocasiones los científicos que se aventuran a investigar la naturaleza
de los microbios deben ir armados con algún rifle, por si las moscas, o
mejor dicho, por si los osos.
A pesar del inhóspito, los científicos averiguaron hace ya algunos años que en un mililitro de agua de mar podía haber millones de .
Pero más recientemente, los microbiólogos se preguntaron si los virus y
las bacterias que vivían en los océanos y en los lagos de ambos polos
eran los mismos o no. Este viernes, un estudio publicado en la revista
«Science Advances» ha analizado los genomas (conjunto de genes) de los
virus presentes en ambos lugares y ha concluido que son distintos, a
pesar de la similitud de las condiciones ambientales.
«Esto
sugiere que estos virus llevan mucho tiempo separados, que evolucionaron
de forma independiente y que han estado mucho tiempo sin coexistir», ha
explicado a ABC Antonio Alcamí, el líder de la investigación, en la que
también han participado investigadores del Centro de Biología Molecular
Severo Ochoa, dependiente del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid.
«A pesar de eso, tienen un origen común», (lo que quiere decir que en
algún momento vivieron juntos), ha añadido el investigador.
Según
explica este científico, una posible explicación sería que en un momento
pretérito la Tierra hubiera pasado de tener unas temperaturas más bajas
a lo largo y ancho del globo, a un ambiente más cálido y diverso. De
esa forma, los virus que antes habían vivido juntos, habrían pasado a
vivir en zonas muy alejadas. Si esto hubiera pasado hace millones de
años, podría explicar las diferencias que existen hoy entre los virus
del Ártico y del Antártico.
«Fotografía molecular»
Los
investigadores han analizado estas diferencias recurriendo a técnicas de
secuenciación masiva, que permiten recoger en conjunto los genes
presentes en un determinado lugar y compararlos entre sí. Lo que, en
palabras de Alcamí, es como hacer una «fotografía molecular de todos los
virus que hay en ese momento».
Para
ello, los científicos primero deben recoger a los microbios
«hospedadores», que son aquellas células en las que los virus entran
para multiplicarse, y luego separar los genes de estas de los genes de
los propios virus. Así, al final los investigadores han analizado más de
35 millones de secuencias de genomas, y han identificado miles de
grupos de genes que podrían corresponderse con especies de virus.
En
caso, tal como ha afirmado Daniel Aguirre, investigador del CSIC que ha
participado en este trabajo: «Nueve de cada diez (de estas secuencias)
no tiene parangón con los virus descritos hasta el momento en diferentes
ambientes naturales». Saber esto podría ser fundamental para «entender
las interconexiones de los ecosistemas del planeta», tal como ha
concluido Alcamí. (Por Gonzalo López Sánchez; ABC – España)
22/06/15
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