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Cristina Osorio, la duquesa que cruzará a nado el estrecho de Gibraltar
Día 22/06/2015 - 09.03h
La hija del decimoctavo duque de Alburquerque será la primera mujer con esclerosis múltiple que intente lograr esta hazaña
Beltrán Alfonso Osorio y Díez de Rivera,
decimoctavo duque de Alburquerque, llegó a perder la cuenta de sus
caídas montando a caballo. Para ello estaba la prensa, que tenía un
cómputo detallado de sus batacazos. En 1969, ABC informaba de que el
célebre jinete, que también era jefe de la Casa del Conde de Barcelona, acumulaba más de un centenar de fracturas. Una de las más sonadas fue la que sufrió en La Zarzuela en 1952 poco
antes de su participación en los Juegos Olímpicos de Helsinki. Terminó
con una pierna escayolada, pero tres días antes de competir agarró unas tijeras y se quitó él mismo el yeso. Pese a la leve cojera, el duque y su caballo «Hurón» consiguieron el segundo puesto en la prueba de Cross del Concurso Completo de Equitación. La anécdota podría resumir el lema de los Alburquerque: «Si te caes mil veces, te levantas mil y una vez más».
María Cristina Osorio y Malcampo, hija del difunto duque y de su segunda mujer, Cristina Malcampo y San Miguel,
es la viva imagen de su padre. Hace catorce años, cuando tenía 26, los
médicos le diagnosticaron esclerosis múltiple. En vez de romper a
llorar, la octava duquesa de San Lorenzo de Valhermoso, quinta condesa de Joló, cuarta vizcondesa de Mindanao y décima marquesa de Casa Villavicencio, se fue de fiesta.
«Creí que me iba quedar en silla de ruedas y que me iba a morir.
Entonces pensé en llamar a mis amigas y montar la de Dios, porque había
que disfrutar de la vida», recuerda la aristócrata.
Jinete de competición como su padre (una afición familiar que se remonta al siglo XV), Osorio vio entonces cómo comenzaba a desvanecerse su sueño de ser jockey. Seis años después llegó el primer brote fuerte de la enfermedad en sus piernas. «No pude caminar durante meses. Pero en cuanto pude sostenerme encima del caballo, volví al ruedo», recuerda. «Lo bueno fue que las piernas apenas se me cansaban. Me sentía como dopada y con ventaja sobre los demás jockeys», explica a ABC.
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Del caballo al running
En 2008 la esclerosis volvió a llamar a su puerta
en forma de una neuritis óptica. «Me quedé completamente ciega y no he
recuperado del todo la vista en uno de mis ojos», dice. La pérdida de visión parcial la obligó a alejarse definitivamente de la alta competición. Cambió la sensación de sentir el viento al galope para hacerlo desplazándose con sus propias piernas y comenzó a apuntarse en maratones, triatlones y carreras de montaña. Y no se le dio mal: fue la primera española con esclerosis múltiple en completar los 42 kilómetros.
La historia de la duquesa de San Lorenzo de
Valhermoso podría servir de inspiración para la versión española de
«Intocable», el filme sobre la vida del valiente conde tetrapléjico Phillipe Pozzo di Borgo.
Esta otra condesa, al igual que el protagonista de la taquillera
película francesa, tampoco se rinde ante nada ni nadie. Al principio los
médicos le prohibieron que corriera, pero ella no les hizo caso. «No
quería dejar el deporte porque sabía que me ayudaba a recuperarme de mis
brotes», dice. Durante cuatro años se entrenó como una ironwoman,
aunque los dolores de cadera terminaron por minar su pasión. Así es como
llegó la natación a su vida. Y en una de esas zambullidas divisó su nueva meta.
Entre el 22 y el 27 de julio, Osorio va a cruzar a nado el estrecho de Gibraltar, repitiendo la proeza que realizó Monserrat Tresserra Dou
en 1957. Lleva ya once meses entrenándose para la hazaña y hay semanas
que llega a nadar 30.000 metros. Reconoce que a veces se le hace muy
duro, «casi bestial». Pero es consciente de que podría hacer historia:
será la primera persona con esclerosis múltiple que intente cruzar el
estrecho. Y no lo hará para su propia gloria, sino para la de un puñado de niños de África. El desafío es parte de la nueva campaña de la Fundación Khanimambo, que brinda asistencia a 400 niños de Praia de Xai-Xai, en Mozambique.
Khanimambo ha lanzado una campaña de apadrinamiento, llamada «Tíos y
Tías Buenos», y Osorio, que hace tres años creó su propia ONG,
1km1sonrisa, para ayudar a discapacitados a ponerse retos y a superarlos
a través del deporte, es la embajadora ideal del proyecto. «Es una
forma de que los enfermos crónicos dejemos de mirarnos el ombligo. Siempre habrá gente que esté peor que tú», suele decir.
Ella no tiene tiempo de mirarse el ombligo. Hace ya tres años decidió ser madre, y vive para y por su niña, Ada. Al principio le preocupaba cómo podría afectar a su hija la enfermedad en el día a día, porque le suelen fallar las piernas. «Pero con el miedo no se llega a ningún sitio», advierte. «Hay que seguir para adelante, siempre hay que tirar para adelante». La valentía le viene de sangre. Su padre, difunto duque de Alburquerque, estaría orgulloso de su pequeña. Cristina se ha caído mil veces y siempre se ha vuelto a levantar. Y volvería a hacerlo.
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