miércoles, 17 de junio de 2015

Diez ríos, diez playas

Diez ríos, diez playas

Arenales, marismas y dunas en desembocaduras fluviales


Las dunas de Liencres. / Pedro Retamar

Al verter sus aguas, los ríos deparan casi siempre abundantes experiencias estéticas. En deltas, rías y estuarios las olas luchan con el discurrir fluvial: caudal dulce contra mareas saladas. Las riberas se abren; los paisajes semejan una despedida. Muere un río al tiempo que la vida animal y vegetal eclosiona.

En la margen izquierda de la desembocadura del Ebro se encuentra la playa familiar de Riomar. / Sanmi Photography

 

01 LA HUMILDE BARRA

Río Ebro. Deltebre, Tarragona

El desagüe del Ebro tiene más de simbólico que de mítico. El río que da nombre a la península muere con gran belleza formando una barra arenosa de unos 300 metros y un solo canalillo para la navegación; es fácil embarrancar. Es el momento de recordar la retención de sedimentos por culpa de 180 embalses.

El barco (creuersdeltaebre.com) que atraca junto al restaurante Nuri ofrece la mejor visión del parque natural del Delta del Ebro. Próximos a la margen derecha pasamos junto a la isla de Buda y el antiguo encauzamiento: la gola de Levante. El barco, a ritmo tranquilo, busca el Mediterráneo por el canal abierto durante la avenida de 1937. El Ebro parece juntarse con el horizonte. Fluye sordamente. Al regreso, dejamos a la derecha la laguna del Garxal y su torre-mirador en forma de zigurat. Tan llano es el Delta que una duna de cinco metros de altura (la montaña de las Vírgenes) se revela mirador. Tanto esta como el zigurat, iremos a verlos al poco de atracar. Los diferentes ecosistemas deltaicos se explican en el Ecomuseu.

02 RÍO ANTES QUE RÍA

Río Eo. Vegadeo y San Tirso de Abres (Asturias) / Ría de Abres (Lugo)

El topónimo Vegadeo no es gratuito. Uno de sus 12 puentes es el de Porto, de 1863, donde el río Eo confluye en su ría, dejando a la vista marismas y xunqueiras (juncales). Los que saben, fotografían los últimos zigzagueos en forma de meandros desde la aldea de Porto (Ribadeo).

Qué cantidad de postales fluviales asturgalaicas nos regala la carretera a Lugo. A 4,6 kilómetros esperan las mesas y el embarcadero del área recreativa de Ría de Abres. Aquí las marismas y las pleamares oceánicas tocan a su fin, y empieza el cauce fluvial propiamente dicho, con sus afamados cotos salmoneros. En San Tirso de Abres podremos degustar salmón a la sidra en un auténtico restaurante de pescadores: Amaído.

La playa de A Lamiña (Pontevedra). / Turgalicia

 

03 EL DOÑANA GALLEGO

Río Miño. A Guarda, Pontevedra

Antes de disfrutar con el estuario del Miño desde la cima del monte Santa Tecla, entraremos en los observatorios ornitológicos que flanquean el campin Santa Tecla. Un ecosistema en el que, gracias a su microclima, hay censadas 50 especies de aves acuáticas migratorias. Lo surcaremos después en el transbordador a Caminha, pueblo portugués que aún conserva el tipismo en sus calles. Después nos reclama el merendero de la playa de A Lamiña, trufada de formaciones dunares y donde el mar ya se deja sentir con fuerza. Por una estupenda pasarela de madera, entre pinos, llegamos enseguida a la playa semifluvial de O Muiño, frente a la isla-fortaleza portuguesa de A Insua. El que pueda hará bien en pernoctar en el hotel Convento de San Benito.

04 PAISAJE DESDE EL ASCENSOR

Río Bidasoa. Hondarribia, Gipuzkoa
Acapara la atención el estuario de Txingudi visto desde el ascensor que nos eleva al casco viejo de Hondarribia, ese Bidasoa que da sus últimos coletazos con charme afrancesado. La barca que cruza el Bidasoa supone un trueque viajeril: unos a la busca del soberano playazo de Hendaya; otros ansiando los pintxos del barrio de La Marina. La misma empresa que gestiona la barca a Hendaya organiza cruceros de una hora que recorren la bahía de Txingudi para después acercarse al faro. Salidas diarias en julio y agosto.

También disfrutamos del Bidasoa a lo largo de la carretera al faro de Higer, pasando por la playa local (cursos de paddle surf con www.hs2.es), el puerto-refugio con su castillo de San Telmo y los barcos pesqueros perfectamente alineados. Menos conocida es la cala naturista de los Frailes, idónea también para el buceo.

La playa de El Rinconcillo (Algeciras). / falconaumanni

 

05 FLAMENCOS EN LA MARISMA

Río Palmones. Los Barrios, Cádiz

La pésima fama medioambiental de la bahía de Algeciras contrasta con este rincón del Campo de Gibraltar. Deshacerse en elogios respecto a las marismas del río Palmones no entraña dificultad, al estar catalogadas como paraje natural. Tras una jornada playera junto al sistema dunar de El Rinconcillo (Algeciras), producto de la desembocadura, interesa dar una vuelta por la pedanía marinera de Palmones. Además de la torre, trabamos contacto con el paseo fluvial, desde el que pasar revista a las embarcaciones amarradas a los tradicionales puentes de madera, al tiempo que se acusa la influencia mareal en el estuario. El observatorio ornitológico, por su parte, nos alerta de la fuerza migratoria del Estrecho, en especial de los flamencos que ya empiezan a dejarse ver por aquí. El Mesón El Copo lleva 35 años de referente gastronómico.

06 DE BLANCO RIGUROSO

Río Anllóns. Ponteceso, A Coruña

 
 
La playa de Aguilar (Asturias). / Pedro Retamar

 

07 PASADO MINERO

Río Nalón. Muros de Nalón, Asturias

Las últimas sinuosidades del Nalón se disfrutan desde el mirador de Monteagudo (Pravia). Bajar luego a San Esteban de Pravia. Ir leyendo los paneles junto a grúas y cargaderos del antiguo tren minero amortiza sobradamente el desplazamiento. Muy agradables son los paseos por el Nalón a bordo de La Carmela (http://rutasbajonalon.com).
Una vez rebasada las piscinas de agua marina (abren el 27 de junio; 2,30 euros al día), un top veraniego, podemos pedir un taxi (686 13 31 41 y 619 31 25 63) que nos traslade a la playa de Aguilar a fin de cubrir la Senda Costera (cinco kilómetros/90 minutos; apta para toda la familia) que perfila estupendos miradores. De camino, podremos bañarnos en el salvaje arenal de Las Llanas. Desde el mirador del Espíritu Santo la desembocadura del Nalón no tiene secretos. San Juan de la Arena, en la otra ribera, espera a los surfistas.

 

08 HACEDOR DE DUNAS

Río Pas. Piélagos, Cantabria

Las 33,5 hectáreas de que constan las dunas de Liencres se desparraman como resultado de la lucha en equilibrio permanente entre los sedimentos arrastrados por el río Pas, el viento y las corrientes marinas. Primero sugerimos una corta experiencia montañera desde el cementerio de Mortera. Invertiremos 20 minutos en subir a pie hasta la cima de La Picota (239 metros de altitud), cuya panorámica quita la respiración: el último gran meandro del río Pas, el abra y el campo de golf, enmarcados por el verde ubérrimo de la ría de Mogro. De la Posada Sotobosque llegan buenas vibraciones.
Bajar después para caminar junto a las dunas, yendo por la pasarela de la parte trasera y regresando por la orilla; justo en la punta suelen colocarse los amantes del naturismo. Hay zona reservada para la práctica del surf, lo que indica que los bañistas, en su zona, deberán desconfiar de la fuerza del Cantábrico.

Carrera de caballos en la playa de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). / Alejandro Ruesga

 

09 ORILLA GASTRONÓMICA

Río Guadalquivir. Sanlúcar de Barrameda, Cádiz

A punto de rendir sus aguas verdes o azules según el día, el Guadalquivir transcurre con mansedumbre. A su vera, el popular barrio marinero de Bajo de Guía es mezcla única de ambiente gastronómico y turístico (el pesquero está aguas arriba, en los muelles de Bonanza). Al otro lado, la costa de Doñana se proclama con verde intensidad uno de ecosistemas esenciales de Europa. Cruzar en la barcaza y caminar hasta citarse con el Atlántico en la punta de Malandar, en pleno parque nacional de Doñana (Huelva). Otros se apuntan en Donaña Activa a una ruta en kayak por la desembocadura. De la playa de Bajo de Guía partirán en agosto (días 12-14 y 26-28) las carreras de caballos (www.carrerassanlucar.es). Comida obligada en Casa Bigote y copita en el F5.

 

10 PESQUEROS A TODO TRAPO

Río Júcar, Cullera, Valencia

El Xúquer/Júcar es un río muy dilatado, de 540 kilómetros, y más caudaloso de lo que muchos creen. Resulta espectacular el regreso después de comer de los barcos pesqueros a toda máquina, surcando las rodas primero el oleaje y luego la lámina de agua dulce a lo largo de unos dos kilómetros, algo insólito en las costas valencianas. Dejando atrás la ribereña torre del Marenyet (1577), que evitaba las aguadas piráticas en la margen derecha del Júcar, llegamos al Estany Gran, con una cualidad que lo hace una Albufera de bolsillo. Este lago con patos resultante de su cercanía al Júcar está orlado de vegetación palustre entre la que atracan oscuras embarcaciones de labor. Bordear el estany por la deliciosa senda que principia en el restaurante Picanterra. Y una buena recomendación para comer: Casa Salvador (www.casasalvador.com).

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