Margallo y Kerry negocian sellar en Madrid el pacto sobre Palomares
Estados Unidos se llevará la tierra contaminada por el accidente de hace 50 años
Joan Faus /
Miguel González
Washington
/
Madrid
11 OCT 2015 - 21:15 CEST
A pocos meses de que se cumpla el 50 aniversario del accidente de Palomares (Almería), Washington y Madrid ultiman un acuerdo para que Estados Unidos se lleve los alrededor de 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada
por la caída de dos bombas termonucleares. Las negociaciones entre los
dos Gobiernos se han acelerado para que el acuerdo pueda ser anunciado
durante la visita a Madrid del secretario de Estado estadounidense, John
Kerry, el día 19.
Tras más de una década de negociaciones, EE UU ha aceptado llevarse
la tierra contaminada por el mayor accidente con armas atómicas de la
Guerra Fría, que lastra el desarrollo urbanístico de la pedanía
almeriense y pende como una Espada de Damocles sobre la salud de sus
vecinos. Aunque aún no hay decisión definitiva, el destino que se baraja
es el Sitio de Seguridad Nacional de Nevada, en una zona desértica a
100 kilómetros al noroeste de Las Vegas.
Los dos Gobiernos negocian a toda velocidad para que el pacto se
plasme en una declaración política conjunta que se haría pública durante
la próxima, y primera, visita a España del secretario de Estado estadounidense, John Kerry.
Luego, habrá que seguir negociando en el protocolo técnico que
detallará las condiciones de empaquetado de la tierra (que se considera
residuo de baja radioactividad), su traslado a EE UU, probablemente en
barco, y las condiciones de almacenamiento. También habrá que acordar
quién financia la operación, aunque se da por sentado que ambos países
correrán con parte de los gastos. Se estima que la ejecución del plan
durará hasta 24 meses, por lo que estaría concluida en 2017.
Publicidad
Lo importante, según las fuentes consultadas, es que EE UU asuma el
principio de que debe llevarse toda aquella tierra que no puede ser
descontaminada in situ —España carece de almacenes para este
tipo de residuos—, algo a lo que hasta ahora se había resistido para no
crear un precedente que pudiera ser esgrimido por terceros países.
Madrid, por su parte, renunciará a presentar cualquier futura
reclamación sobre este asunto.
El programa anual del Departamento de Energía estadounidense, fechado
en enero pasado, ya contemplaba el traslado a Nevada de estos desechos,
aunque advertía de que el plan estaba en “una fase temprana de
consideración”. Por su parte, el Ministerio de Asuntos Exteriores
remitió en julio pasado al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN)
un informe de EE UU en el que evaluaba las distintas alternativas “para
la restauración de los terrenos de Palomares”, según adelantó El
Confidencial.
El 17 de enero de 1966, un bombardero B-52 y un avión cisterna KC-130
colisionaron durante un repostaje en vuelo. Cayeron cuatro bombas
termonucleares, más potentes que las de Hiroshima y Nagasaki. Dos fueron
recuperadas intactas, pero otras dos liberaron parte de su carga
radioactiva. EE UU se llevó 5.500 bidones de tierra desde el puerto de
Cartagena, pero quedó tierra contaminada e incluso dos zanjas en las que
se enterraron restos de material de limpieza.
Durante décadas el asunto quedó olvidado, más allá de los rutinarios
análisis de sangre a los que se sometía a los vecinos. Pero, a finales
de los noventa, el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat)
dio la voz de alarma, al detectar en la zona niveles anormalmente altos
de americio (producto de la descomposición del plutonio). Temía que los
movimientos de tierras derivados de la burbuja inmobiliaria esparcieran
el polvo radiactivo. En 2003, el Gobierno de José María Aznar decidió
expropiar las tierras contaminadas para impedir su uso.
Tras un exhaustivo estudio, el Ciemat concluyó, ya en la etapa de Zapatero, que había 50.000 metros cúbicos de tierra contaminada con medio kilo de plutonio.
Aunque apuntó la posibilidad de compactarla para reducir su volumen,
que quedaría en unos 6.000 metros cúbicos, poco más de dos piscinas
olímpicas.
El asunto fue abordado con sus homólogos estadounidenses por el
ministro de Exteriores socialista Miguel Ángel Moratinos, por su
sucesora, Trinidad Jiménez, y por el actual, José Manuel
García-Margallo, sin lograr nunca cerrar el pacto.
Una portavoz del Departamento de Estado dijo ayer que no tenía nada
que “anunciar en este momento”. Tampoco el Ministerio de Exteriores
español quiso hacer ningún comentario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario