Esto
es lo que han llevado a cabo científicos de todo el mundo en el
ámbito marino. Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista Nature
Desde que Darwin estudiara la
evolución de las especies hasta la actualidad, los biólogos han
empleado la misma metodología para medir la diversidad biológica de una
región: el recuento de las especies. Aquellas zonas con una mayor
biodiversidad son las que cuentan con un mayor número de especies
distintas y reciben el nombre de hotspot o
puntos calientes. Sin embargo, aplicando otros factores cuya medición
es más compleja, como qué comen o dónde viven cada una de esas
especies, se pueden establecer patrones distintos de biodiversidad.
Esto es lo que han llevado a cabo científicos de todo el mundo en el
ámbito marino. Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista
Nature, desvela la existencia de nuevos puntos calientes en las aguas templadas más alejadas de los trópicos.
"Nuestra aproximación va mas allá de la simple abundancia de
especies", declara Mikel Becerro científico titular del Instituto de
Productos Naturales y Agrobiología (IPNA) del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC), único participante español en el
estudio. El experto sostiene además que, atendiendo a otros factores,
como el rol de cada especie en su ecosistema, emergen nuevos puntos con
altos niveles de biodiversidad funcional.
El tratamiento de la información recogida en los mares de todo el
mundo desvela que incorporando información de cómo comen, dónde viven o
cómo se mueven los individuos de cada especie se puede aprender más
sobre sus diferencias, uno de los pilares de la diversidad. "Es el
primer estudio en incorporar datos sobre el funcionamiento de las
especies de una manera tan comprensiva y este conocimiento extra nos
dibuja un mapa global de biodiversidad muy diferente al que conocíamos
hasta ahora”, asegura el investigador.
Una iniciativa con colaboración ciudadana
La investigación es producto de una iniciativa de 'ciencia ciudadana'
donde la participación de buzos voluntarios en la recolección de datos
ha hecho posible el registro de información procedente de un total de
1844 localidades, registrándose 2473 especies diferentes de peces.
La iniciativa se denomina Reef Life Survey (RLS) y nació
en Australia liderado por el doctor Rick Stuart-Smith y el equipo de
la universidad de Tasmania como voluntariado científico. Posteriormente
se ha extendido por todo el mundo promoviendo la participación
ciudadana en la recopilación de la información sobre los mares y el
estado de las especies marinas que ha hecho patente la existencia de
estos nuevos hotspot o puntos calientes de biodiversidad.
Según Becerro, "este programa no existiría sin el entusiasmo y la
capacidad de sacrificio de los buceadores RLS que realizan un trabajo
crítico para obtener un volumen de datos inabordable por equipos
exclusivamente científicos”.
Gracias al tratamiento de la información suministrada por los buzos,
los científicos han podido comprobar que, clásicos puntos calientes
como el oeste del océano Pacífico se ven muy limitados en cuanto a
diversidad funcional, mientras que, zonas escasas en cuantía de
especies diversas como las islas Galápagos presentan una gran variedad
de funciones llevadas a cabo por los individuos que pueblan sus aguas.
Canarias como Hotspot de biodiversidad
De forma inesperada, los datos recogidos por los buzos voluntarios en
las aguas de Canarias han revelado que el archipiélago constituye una
región con una alta diversidad funcional, en cuanto a especies marinas
se refiere. Aunque no alcanza los niveles de otras zonas como las islas
Galápagos, este dato viene a reforzar la necesidad de aumentar la
protección de las especies canarias para evitar semejante pérdida de
biodiversidad.
Asimismo, importantes puntos calientes en diversidad funcional se
ven desprovistos de protección, sin tener en cuenta que la pérdida de
especies en sistemas donde todas desempeñan funciones diferentes puede
tener graves consecuencias ecológicas y sociales, pues se pueden perder
muchos de los servicios que las especies proporcionan a nuestro
bienestar.
"En definitiva, el estudio de RLS viene a demostrar la necesidad de
continuar investigando el medio ambiente para conocer de primera mano
qué está destruyendo la acción humana y qué necesita ser protegido",
concluyen.
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