jueves, 12 de septiembre de 2013

La capacidad de visión de las estrellas de mar, ¿el eslabón perdido en la evolución del ojo?

Biología

La capacidad de visión de las estrellas de mar, ¿el eslabón perdido en la evolución del ojo?


En un estudio reciente se ha demostrado por vez primera que la estrella de mar utiliza ojos primitivos situados en la punta de sus brazos para orientarse visualmente por su entorno.

El equipo de Anders Garm, de la Sección de Biología Marina en la Universidad de Copenhague en Dinamarca, ha comprobado que los ojos de las estrellas de mar son capaces de formar imágenes. Esta capacidad, primitiva pero funcional, podría ser muy parecida a la que surgió en la evolución de los animales cuando nuestros ancestros distantes adquirieron la capacidad de distinguir algunos rasgos visuales, más allá de detectar tan solo la presencia de luz o su ausencia. Estudiando a fondo esta inesperada capacidad de visión de las estrellas de mar, sería factible obtener nuevos y reveladores datos sobre aquella etapa esencial de la evolución del ojo.

Los investigadores sacaron de su hábitat rico en comida (un arrecife coralino) a estrellas de mar con o sin ojos, y las depositaron en el fondo arenoso, a un metro de distancia, donde no disponían de comida. Ellos vigilaron la conducta de las estrellas de mar desde la superficie, y encontraron que mientras que las estrellas de mar con los ojos intactos se desplazaban en dirección hacia el arrecife, las estrellas de mar sin ojos deambulaban por la zona sin dirección fija.

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El ojo compuesto de la estrella de mar, reconocible aquí por su color rojo, está en la punta del brazo. Cada una de las estructuras en forma de taza corresponde a una unidad óptica individual en el ojo compuesto de un artrópodo. (Foto: Dan-Erik Nilsson, Universidad de Lund)

Los resultados muestran que el sistema nervioso de las estrellas de mar debe ser capaz de procesar información visual, lo que indica, tal como señala Garm, que se ha venido subestimando la capacidad del sistema nervioso central (un rudimento de cerebro) de los equinodermos. Las estrellas de mar del experimento no sólo veían el arrecife de coral cuando miraban a su alrededor sino que lo reconocían por su aspecto visual, y gracias a ello se desplazaban de inmediato hacia él.

Analizando a fondo la morfología de los fotorreceptores en los ojos de las estrellas de mar, el equipo de investigación confirmó que constituyen un estado intermedio entre los dos grandes grupos conocidos de fotorreceptores.

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