Derrotar bacterias peligrosas mediante una sustancia microbiana marina
Se ha descubierto en un microbio marino un compuesto
químico hasta ahora desconocido. Los resultados de los análisis
preliminares sugieren que la nueva sustancia podría ser algún día el
punto de partida para desarrollar fármacos capaces de combatir con
eficacia las infecciones por Staphylococcus aureus resistente a la
meticilina (o MRSA por sus siglas en inglés) y ántrax maligno
(carbunclo).
El microorganismo fue encontrado y recogido el año pasado en sedimentos cercanos a la costa de Santa Bárbara, California.
El equipo de William Fenical, del Instituto Scripps de Oceanografía, adscrito a la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, analizó a fondo la estructura inusual de una sustancia presente en una actinobacteria del género Streptomyces. Los resultados de los análisis preliminares de este compuesto, al que han denominado antracimicina, indican que posee una capacidad notable para combatir a la Staphylococcus aureus resistente a la meticilina y también para atacar a la bacteria Bacillus anthracis, culpable del ántrax maligno o carbunclo, la enfermedad infecciosa que tristemente ha vuelto al primer plano de la actualidad en los últimos tiempos por ser usada como arma biológica al servicio del terrorismo.
Sin embargo, habrá que investigar más antes de poder asegurar que es viable desarrollar algún antibiótico basado en este compuesto químico.
De
izquierda a derecha, Lauren Paul y William Fenical. (Foto: Instituto
Scripps de Oceanografía, Universidad de California en San Diego)
El descubrimiento aporta una prueba más de que los océanos, y muchas de sus regiones inexploradas, son una vasta fuente potencial de recursos para nuevas sustancias que podrían algún día ser usadas para tratar diversas enfermedades.
En la investigación también han trabajado Lauren A. Paul, Christopher A. Kauffman, Kyoung Hwa Jang, Sang-Jip Nam y Deanna S. Beatty, del Centro para Biotecnología Marina y Biomedicina adscrito al Instituto Scripps de Oceanografía de la Universidad de California en San Diego, así como Jeffrey B. Locke de la empresa farmacéutica Trius Therapeutics, también en la ciudad estadounidense de San Diego.
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