CULTURA
La gesta del español que naufragó con la «Armada Invencible»
MANUEL P. VILLATORO / MADRID
Día 01/07/2015 - 02.24h
Martínez Laínez narra en su último libro las andanzas del capitán que logró sobrevivir, Francisco de Cuéllar
El desastre de la «Grande y Felicísima Armada» (más conocida como«La Invencible», un término acuñado irónicamente por nuestros vecinos ingleses) es un episodio histórico recurrente al hablar de la pérdida del poderío marítimo de Felipe II. Sin embargo, el destino quiso que este suceso también dejase para la eternidad gestas como la deFrancisco de Cuéllar, un capitán español que -tras naufragar en el ataque a Inglaterra- logró llegar hasta la costa de la Pérfida Albión, eludir las matanzas que los soldados de la Reina Isabel I estaban perpetrando contra los supervivientes de la flota y, finalmente, recorrer la isla de punta a punta durante siete meses para ser rescatado.
La epopeya de este militar es el tema central de la última obra del escritor y periodista Fernando Martínez Laínez: «El náufrago de la Gran Armada» («Ediciones B»). Escrito como una novela histórica, el libro narra de forma literaria la vida de Cuéllar basándose endocumentos como la carta que el propio marino envió a su rey explicando sus vivencias. De Cuéllar se desconoce tanto el año como el lugar en el que nació, aunque se sabe que se unió al ejército cuando todavía era muy joven. «Combatió contra los franceses en Brasil y estuvo a las órdenes del Marqués de Santa Cruz en la batalla de la isla Terceira», explica Laínez. Con todo, hubo que esperar hasta 1588 para que se ganase su pequeña parcela en la historia, pues fue entonces cuando se subió a un galeón de la «Grande y Felicísima Armada» (una gigantesca flota formada por 130 navíos con el objetivo de tomar Inglaterra).
El final de la fantasía del Rey
Sin embargo, esta gigantesca operación se quedó en un mero sueño en el momento en que -debido a los elementos y a los enemigos- se consumó el desastre de la «Invencible» y hubo que abandonar los planes de conquista. Aquel fue el final de la mayor fantasía del Rey, pero el comienzo del calvario para muchos marinos que -tras el hundimiento de sus buques- fueron a parar a las costas de Su Graciosa Majestad. Aquellos que no murieron ahogados se enfrentaron a los británicos quienes -por orden real- acabaron con todo aquel español que pisó sus playas. «Estos asesinatos fueron un crimen de guerra del que apenas se habla», dice el autor.
Uno de esos náufragos fue Cuéllar, que terminó dando con sus huesos en la costa sur de Inglaterra. La suerte divina -como señaló posteriormente- quiso sin embargo que los ingleses no le diesen caza y pudiese iniciar su periplo. Este comenzó cuando un nativo, ansioso por robarle sus abalorios, le dio una puñalada que le dejó la pierna malherida. A pesar de aquel contratiempo, el marino logró llegar hasta el castillo de un irlandés llamado Manglana MacClancydonde, según afirma en su carta al rey, resistió con ocho españoles una invasión de 1.700 enemigos. Posteriormente partió hasta Escocia. Allí, gracias a la ayuda del obispo Reymundo Termi, se subió a un navío con destino a Flandes. Había sorteado a la muerte.
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