Así fue el infierno de los balleneros vascos en Islandia
Una novela rescata la terrible matanza ocurrida en Islandia a principios del siglo XVII. Dice
una leyenda más o menos creíble que Cristóbal Colón sabía que los
vascos habían llegado a tierra desconocida mucho antes que él, pero que
prefirieron mantenerlo en secreto para proteger sus intereses
comerciales.
Sea cierta o no, los vascos se echaron originalmente a la mar porque no
podían vivir con lo que la tierra les daba. Eran extremadamente pobres,
y por eso se exponían a los riesgos de vivir en alta mar, porque no
tenían mucho que perder.
En torno a 1615, una expedición partió cerca de la bahía de Deba (Guipúzcoa)
Islandia. Fueron en busca de ballenas, de su preciada grasa, pero
sufrieron una de las mayores afrentas a las que nunca se ha enfrentado
el pueblo vasco. Los sucesos fueron de tal magnitud, que tanto unos como
otros se esforzaron por silenciarlos. La matanza, revivida ahora por
las autoridades locales, aparece novelada en «Lo que tengo que contarte»
(Lumen), el último libro de Julia Montejo.
envenenada
empezó como tantas otras primaveras. Una docena de barcos partieron con
la intención de hacer aquello que ni los propios islandeses se atrevían
a intentar: cazar ballenas. «Cuando piensas que estos hombres iban a
pecho descubierto con apenas unos arpones... ¿Cómo tienes que estar de
hambriento para ganarte así la vida? -se pregunta la autora-. La
necesidad convirtió este oficio en la tabla de salvación de muchos
españoles del siglo XVII».
Navegaron
hasta Islandia, donde originalmente vivían «aquellas personas que no
querían vivir bajo el yugo de ningún Rey», explica Montejo. Como cada ,
los vascos pactaron entregar parte de sus útiles de pesca a los
islandeses cuando terminasen con la caza de ballena. A cambio les
dejaban ocupar su isla y les entregaban el vadmal, una tela muy
apreciada en todo el Cantábrico. La campaña de pesca fue un éxito y a
finales de verano celebraron una especie de despedida.
Pero
ese mismo día, una tempestad destrozó los navíos españoles e hizo
imposible volver a España. Llegó el invierno y con él todo tipo de
penurias: frío, pocas horas de luz y mucha escasez, lo que complicó la
relación con los islandeses. «Si en una aldea viven veinte y de repente
hay 120... ¿Qué haces? No puedes alimentarlos -explica la autora-. Por
eso se desata en parte la matanza, porque saben que antes o después irán
a por ellos para poder comer». Murieron 32 marineros.
Solo
unos pocos lograron sobrevivir y llegaron a casa abordando un barco
inglés. Los que salieron de allí con vida juraron no contar nada de lo
sucedido, por eso la historia permaneció tanto tiempo en el olvido.
«Para los islandeses fue una vergüenza y para los vascos también, porque
al final fue un fracaso de expedición y tuvieron que hacer cosas
terribles», detalla Montejo, que ha narrado con rigor y ligereza uno de
los capítulos más sorprendentes de la historia de España. (Por Jorge S.
Casillas; ABC – España)
14/05/15
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