Llegan los molinos de viento marinos de más de 100 metros
Mar del Norte, canal de la Mancha y Báltico concentran los parques eólicos
Un nuevo gigante se yergue en la costa belga, frente a la bahía de
Ostende. Es el molino de viento marino mayor del mundo, por la longitud
de sus palas, y una muestra significativa de cómo va tomando velocidad
tecnológica la energía eólica marina, a pesar de las dificultades que
plantea toda instalación en el agua. El Haliade 150, de Alstom, se eleva
más de 100 metros sobre la superficie del mar y está situado a 45
kilómetros de la costa, en el parque eólico
de Belwind. Se llama así porque su rotor mide 150 metros (cada una de
las tres palas alcanza los 73,5 metros) y, con sus seis megavatios de
potencia, este modelo podrá suministrar electricidad a unas 5.000
viviendas. Es un prototipo de demostración para comprobar el
comportamiento de la máquina en mar abierto.
El primer aerogenerador de este modelo se instaló en tierra firme, en
Le Carnet (Francia), el año pasado, para realizar los ensayos que
concluyeron con la certificación de la curva de potencia, la que indica
la capacidad de generación de energía eléctrica bajo distintos vientos,
por parte de la Comisión Electrotécnica Internacional (IEC).
Ahora se iniciarán los ensayos en el mar y, cuando terminen
satisfactoriamente, empezará la producción en serie del aerogenerador en
nuevas fábricas que se construirán, previsiblemente, en alianza con
otras empresas, en las localidades francesas de Saint Nazaire y
Cherburgo.
Es probable que el nuevo récord no le dure mucho a Alstom, ya que Samsung
va solo un paso más atrás con un prototipo con palas de 83,5 metros de
longitud y siete megavatios, que prueba en Escocia. Se completó en
octubre y está a solo 50 metros de la costa de Fife.
El Haliade 150 se ha gestado en Barcelona, ya que es fruto del trabajo del centro mundial de I+D
de la multinacional francesa Alstom Wind, situado en esa ciudad, el
cual cuenta con unos 200 ingenieros. El molino gigante se diseñó para
funcionar en el mar. La subestructura, de 61 metros de altura, se
levantó sobre pilares hundidos a más de 60 metros de profundidad en el
lecho marino. Sobre ella se montaron los tres segmentos de la torre de
78 metros, la góndola (que pesa lo mismo que cuatro locomotoras y
contiene el generador, de siete metros de diámetro) y las palas (en
tiempos de Don Quijote se llamaban aspas). El peso total es de 1.500
toneladas, puede funcionar con vientos de entre 3 y 25 metros por
segundo y en la punta de la pala se alcanzan velocidades de hasta 350
kilómetros por hora. Y datos curiosos: en la góndola hay un equipo de
supervivencia para tres días y cuenta con helipuerto en la terraza
superior.
Aumentar la altura de los molinos tiene mucho sentido en el mar,
donde la velocidad del viento aumenta con la altitud, pero las
condiciones marinas son mucho más difíciles que las terrestres para
cualquier máquina. Se requiere que los aerogeneradores sean lo más
robustos y simples posible para minimizar el mantenimiento y se eligen
los materiales y los tratamientos de protección para que resistan;
además, la turbina funciona de forma aislada del aire marino. Interesa
minimizar el número de piezas rotatorias en su interior, para aumentar
la fiabilidad, y la tendencia es utilizar tecnología de transmisión
directa entre las palas y un generador de imanes permanentes. Es decir,
ya no llevan caja de cambios.
En Europa está el 90% de los molinos de viento marinos del mundo.
Este año se alcanzaron los seis gigavatios de potencia instalada,
desglosada en 1.939 aerogeneradores marinos en 58 parques eólicos en
aguas de 10 países. Se espera que en 2020 se llegue a los 40 gigavatios,
lo que equivaldría a un 4% de la demanda de energía eléctrica, según la
Asociación Europea de Energía Eólica (EWEA). Todo ello implica un gran esfuerzo en investigación y desarrollo, que apoya la Comisión Europea.
Los proyectos terminados y los previstos se concentran en el canal de
la Mancha, el mar del Norte y el mar Báltico y esos mercados, cuyo
desarrollo están facilitando muchos de los Estados ribereños mediante
programas nacionales de fomento de la energía eólica marina, son ya el
objetivo de las grandes empresas del sector energético. Además, al
aumentar el tamaño de los componentes, es imprescindible fabricarlos
cerca de donde se vayan a instalar, por las dificultades de transporte,
por lo que las fábricas se trasladan o se crean en esos países.
La razón de esta concentración está en las condiciones favorables de
la plataforma continental para instalar los molinos, algo que no sucede
en la mayor parte de las costas españolas, donde la profundidad aumenta
demasiado rápidamente para los generadores anclados al fondo. En el caso
de Belwind, donde se ha instalado el nuevo molino gigante, la
profundidad es de solo 30 metros.
En España, la tecnología que interesaría, según los expertos, es la
de los aerogeneradores flotantes. El primer prototipo en mar abierto se
construyó en 2009 en la costa suroeste de Noruega, con 220 metros de
profundidad. Sin embargo, mientras llegan los flotantes, el primer aerogenerador marino que se ha instalado en España
es del tipo fijo y lo ha erigido hace pocas semanas Gamesa al final de
un dique en Arinaga (Gran Canaria) para hacer las primeras pruebas
pertinentes en tierra, con vistas al mercado exterior. Su rotor mide 128
metros.
Igual de importante que generar energía en el agua es trasladarla a
los consumidores. Por eso, la construcción de redes eléctricas de última
generación va en paralelo con la de los parques eólicos marinos. La
tendencia es utilizar la transmisión de corriente continua en alta
tensión mediante cables submarinos para alcanzar la costa.
Hay otra tecnología todavía en fase preliminar, la mareomotriz, que
aprovecha la energía de las mareas y para la que ya existen prototipos
industriales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario