lunes, 16 de diciembre de 2013

En Colombia utilizan gusanos marinos como indicadores biológicos

En Colombia utilizan gusanos marinos como indicadores biológicos
 
En esos frascos y en los mares, lagos y ríos de todo el mundo habitan los poliquetos o gusanos marinos (aunque algunos pueden vivir en agua dulce) con formas y estilos de vida tan diversos que cuesta trabajo creer que pertenezcan a la misma familia de animales.
Los gusanos marinos, algunos sacados de su hábitat hace más de cien años y conservados en formaldehído desde entonces, han obsesionado al profesor Mario Londoño, doctor en Ciencias en Ecología y desarrollo sustentable, quien ha estudiado estos invertebrados durante más de una década en costas y en frascos guardados en anaqueles de diferentes museos del mundo.

“Lo que más me ha impresionado es haber encontrado en los museos en los que he estado, estudiando y trabajando, una inmensa cantidad de material todavía sin procesar. Hay muestras que pueden datar de antes de 1900 y el frasco continúa cerrado, listo para ser visto”, dijo Londoño, docente desde 2007 del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia, donde dicta cursos relacionados con zoología de invertebrados, ecología marina, entre otros. También es doctor del Colegio de la Frontera del Sur, en México.

En esos frascos y en los mares, lagos y ríos de todo el mundo habitan los poliquetos o gusanos marinos (aunque algunos pueden vivir en agua dulce) con formas y estilos de vida tan diversos que cuesta trabajo creer que pertenezcan a la misma familia de animales.

Son la contraparte acuática de las lombrices de tierra. Algunos, vistos a través de microscopios electrónicos, parecen monstruos aterradores. Surcan las aguas buscando organismos minúsculos que atrapan entre sus mandíbulas. Otros, construyen tubos de carbonato de calcio o se adhieren al sustrato y esperan que las corrientes marinas lleven hasta ellos, el alimento que necesitan para vivir. Algunos miden metros, otros, apenas milímetros.
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El profesor Londoño conoce cientos de ellos. Los ha observado, ha tomado muestras, los ha descrito y ha dedicado buena parte de su vida a estudiarlos. Ahora, lidera una investigación sobre gusanos y macroalgas asociados al mangle rojo, Rhizophora mangle, en Urabá, llevado a cabo por el grupo de investigación del Instituto de Biología de la Universidad de Antioquia en Limnología Básica y Experimental y Biología y Taxonomía Marina (Limnobase y Biotamar).

Estos organismos tienen varias características que los hacen excelentes indicadores de contaminación; por ejemplo, el exceso de materia orgánica en un medio se puede determinar por la abundancia de algunas especies de gusanos. Los poliquetos también acumulan metales pesados como cianuro o mercurio, por lo que la investigación contribuirá estimar la presencia de sustancias tóxicas en nuestros mares.

Ahora bien, en Colombia, en cuanto a diversidad de organismos marinos, falta mucho por descubrir. Para el profesor Londoño la biota marina de algunos grupos en Colombia no ha sido suficientemente estudiada. “Lo que nosotros hemos querido es aumentar la información, que ha sido subestimada en el país y por lo tanto, darle una importancia biológica a cada uno de estos lugares geográficos, en este caso, al golfo de Urabá”.

En el transcurso de esta investigación se han descubierto nuevas especies de algas y de poliquetos; se ha encontrado que el golfo es un sistema particular, donde las diferentes especies dependen unas de otras en un equilibrio perfecto. También se ha descubierto, con bastante preocupación, que el constante arribo de buques bananeros, algunos provenientes del Indopacífico han traído consigo una agresiva especie invasora de gusano, de la familia de los Serpúlidos, llamado Ficopomatus uschakovi.

Éste último resiste muy bien los cambios de salinidad y se ha adaptado perfectamente a las condiciones del golfo, específicamente, la bahía El Uno, al norte de Turbo, golfo de Urabá. Este gusano, también ha sido descubierto recientemente en las costas de Venezuela y de Brasil. Se reproduce de manera rápida, si se compara con las especies propias y además devora el alimento de otros organismos. La hipótesis inicial, es que llegó al golfo antioqueño en las embarcaciones bananeras.

Durante sus clases, el profesor Londoño les cuenta a sus alumnos datos curiosos sobre la vida en la Tierra o sobre criaturas de ciencia ficción, que no son tan inverosímiles desde el punto de vista de la biología. También menciona que aún existen miles de especies sin descubrir, e incita a sus estudiantes a elegir el camino de la investigación, camino que él ha explorado y que le ha traído grandes satisfacciones. Él mismo ha descubierto nuevas especies a lo largo de sus viajes alrededor del mundo, en lugares tan concurridos como la Bahía de Santa Mónica, en California, tan lejanos como la costa de Darwin, en Australia o en el silencio de los anaqueles de museos de historia natural.

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