Este
hallazgo colocaría a las medusas –es decir, los cnidarios– como los
parientes más cercanos de los animales con simetría bilateral, como
las moscas, los humanos o los peces.
La comprensión de los primerísimos
momentos de la evolución de los metazoos es un desafío para los
científicos, porque no está claro qué criatura es el origen del árbol
familiar de todos los animales vivos en la actualidad.
Científicos de varios centros de investigación estadounidenses,
junto con la Universidad de Bergen de Noruega, han secuenciado el
genoma de la nuez de mar (Mnemiopsis leidyi) también
conocida como medusa peine, aunque no se debe confundir con una medusa,
ya que no pertenecen al mismo filo de los cnidarios, sino al de los
ctenóforos. Con ello han logrado conocer más sobre la evolución de los
organismos multicelulares.
“Según nuestros resultados, es importante señalar que el genoma de
ctenóforo que hemos analizado no indica que sea nuestro antepasado, sino
que es nuestro pariente. En pocas palabras, nuestro estudio demuestra
que los ctenóforos son los familiares más antiguos de los animales
vivos, pertenecen al primer linaje del que divergió el resto del árbol
genealógico”, declara a SINC Antonis Rokas, coautor del estudio e
investigador de la Universidad de Vanderbilt (EE UU).
Debido a que los ctenóforos tienen células musculares y nerviosas –y
la maquinaria molecular para producirlos–, este nuevo lugar en el
árbol genealógico sugiere que el ancestro común de todos los animales
pudo haber sido más complejo de lo que se pensaba. “Por ejemplo, pudo
haber tenido un sistema nervioso”, añade Rokas.
Este hallazgo colocaría a las medusas –es decir, los cnidarios– como
los parientes más cercanos de los animales con simetría bilateral,
como las moscas, los humanos o los peces.
“No hemos comparado directamente a los ctenóforos con las medusas,
hemos centrado la investigación en comparar los ctenóforos con todos
los demás filos animales”, apunta a SINC Joseph Ryan, investigador en
los Institutos Nacionales de la Salud de los EE UU, que también
participa en el trabajo.
Comparar los genomas de los animales vivos con los más de 16.000
genes de la nuez de mar ha llevado a los científicos a algunos
hallazgos sorprendentes.
“Hemos observado que los ctenóforos contienen un buen número de
genes implicados en el desarrollo del sistema nervioso, pero lo
sorprendente es que estos genes también se encuentran en las esponjas
que carecen de sistema nervioso”, asegura Rokas.
Replantearse la evolución animal
Mediante la comparación de los genomas de ctenóforos con los demás
animales vivos es posible saber qué genes estaban presentes en el
genoma del ancestro común.
“Algunos investigadores habían sospechado que el antepasado animal
común pudo haber sido una esponja. La mayoría se han puesto de acuerdo
en que era poco probable que los tipos de células neuronales o del
músculo existieran en el último ancestro común”, apunta Ryan.
Estas ideas se basan en que el ancestro de todos los animales se
dividió y dio origen al linaje de las esponjas y a un linaje separado
que dio origen a todos los demás animales. “Nuestros datos indican que
es más probable que el ancestro de todos los animales diera lugar a las
medusas peine y a todos los demás animales”, argumentan los expertos.
Según los investigadores, es muy poco probable que el ancestro se
pareciera a ningún animal actual, al igual que ocurre con todos los
linajes de animales que han evolucionado durante millones de años.
Estos resultados sugieren que las hipótesis anteriores con respecto a
la evolución de los animales pueden requerir una nueva evaluación.
Un voraz depredador
Esta especie de ctenóforo de aspecto gelatinoso es nativa de las
costas orientales de los EE UU hasta las Indias Occidentales. Los
ejemplares de nuez de mar pueden alcanzar 10 centímetros de longitud, y
se alimentan de todo tipo de zooplancton, incluidas huevas y larvas de
peces.
En zonas en las que es invasora como el mar Mediterráneo en la zona
de Eurasia, el Mar Negro, el Mar de Azov, Mar Caspio y el Mar de
Mármara, altera la cadena alimenticia.
Son voraces depredadores y comen toneladas de larvas de peces y
otras especies de plancton y son un importante miembro de las redes
tróficas oceánicas. Han sido transportados a muchas partes del mundo
(incluido el Mediterráneo) en el agua de lastre de los buques
transatlánticos y han tenido un gran impacto en la pesca.
“Los ctenóforos reciben su nombre por las ocho filas de diminutos
pelos que tienen y que se conocen como ‘ctenes’. Estos pelos se mueven
al borde de sus cuerpos y ayudan a impulsar a estos animales en el
agua”, señala Rokas.
Sus órganos tienen dos capas de células, uno externo y uno interno.
En los intervalos entre estas dos capas, su cuerpo se compone de una
sustancia gelatinosa, de ahí la sensación de que cuando se manipula se
está tocando algo gelatinoso.
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