Taylor
Perron, autor principal del trabajo, explica a SINC estas
inestabilidades: “Imaginemos una serie de valles de aproximadamente el
mismo tamaño
Un estudio publicado esta semana en Nature
propone una teoría matemática para explicar por qué los ríos se
ramifican creando afluentes. Los autores muestran que el patrón de
ramificación de las redes fluviales está controlado por dos
inestabilidades acopladas en el proceso de erosión del suelo.
Taylor Perron, autor principal del trabajo, explica a SINC estas
inestabilidades: “Imaginemos una serie de valles de aproximadamente el
mismo tamaño, excepto uno que es ligeramente mayor. Este tenderá a
crecer más, porque puede recoger más agua y el flujo del río será mayor
y erosionará el terreno más rápido. Pero al mismo tiempo el suelo que
se mueve hacia abajo por las laderas tiende a llenar el valle y hace
que este no crezca”.
“Hemos descubierto un punto de inflexión matemático que determina si
ese valle continuará creciendo o si se encogerá al tamaño de sus
vecinos. Esa es la primera inestabilidad”, apunta Perron.
La segunda se refiere, según el investigador, a qué ocurre si el
valle crece: “Hemos encontrado otro punto de inflexión: si el valle se
hace más grande, sus laderas serán lo suficientemente largas para
desarrollar sus propios cauces que desembocan en el fondo del valle,
creándose una red de canales donde antes solo había un cauce principal”.
Hasta ahora no había un modelo matemático
Los geólogos saben desde hace más de un siglo que las redes
fluviales se desarrollan con el tiempo, erosionando la superficie
terrestre. Sin embargo, “no existía un modelo matemático que explicara
por qué algunos valles tienen cauces ramificados mientras que otros
solo tienen un canal fluvial”, aclara el autor.
Los investigadores usaron una combinación de escáneres de la
topografía con láseres de alta resolución, medidas de isótopos en rocas
para medir las tasas de erosión en los últimos miles de años y un
modelo de erosión por ordenador para “acelerar el desarrollo de la
topografía de cientos de años a unos pocos minutos”, en palabras de
Perron.
El autor concluye que conocer cómo están formadas las redes
fluviales “puede ayudar a saber más sobre la historia de la Tierra, ya
que está escrita en el paisaje”.
Además, añade que también “podemos aprender algo sobre los procesos
de erosión de cauces que no podemos visitar en persona, como los de
Titán –el satélite de Saturno– y otros lugares del sistema solar”.
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