Viernes, 7 diciembre 2012
Climatología
¿Por qué el nivel del mar sube más rápido de lo predicho?
El nivel del mar está subiendo más rápidamente que lo
predicho en muchos de los estudios sobre el calentamiento global. El,
hasta el momento, último informe oficial completo del Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC),
presentado en 2007, pronosticó una elevación del nivel global del mar de
entre 0,2 y 0,5 metros para el año 2100. Sin embargo, las mediciones
actuales apuntan a una elevación de un metro o más para finales de este
siglo.
Parece obvio que algo se ha pasado por alto en las predicciones previas. Pero ¿qué? El geólogo Bill Hay, de la Universidad de Colorado en Estados Unidos, cree haber encontrado la respuesta. Hay tres factores que no fueron tenidos en cuenta. Uno de ellos está relacionado con el hielo marino ártico, otro con la capa de hielo de Groenlandia, y el tercero con la humedad del suelo y con la extracción de aguas subterráneas a un ritmo más rápido que el seguido por el agua que se filtra hacia el subsuelo.
Hay una conexión relacionada con el hielo marino ártico. A pesar del hecho de que la fusión del hielo marino, que ya está en el mar, no eleva el nivel de éste, ejerce sin embargo un papel en el calentamiento general del Ártico, lo que conlleva a su vez a un mayor derretimiento del hielo en Groenlandia y el norte de Canadá. Cuando el hielo marino se funde, ello ocasiona la liberación de más agua dulce del Ártico, que resulta reemplazada entonces por masas de agua más salada y más cálida proveniente del sur.
El resultado es que el mecanismo se convierte en una máquina gigante de bombeo que atrae calor hacia el Ártico. Por supuesto, esas aguas más calientes derriten más hielo y esto provoca que haya una mayor extensión libre de hielos en las aguas árticas. Estas aguas absorben la luz solar en vez de reflejarla de regreso al espacio como lo hace el hielo. En conclusión, cuanto mayor sea la extensión de agua desprovista de hielo, más calor de las distintas fuentes queda atrapado en las antes gélidas aguas del Ártico, en una especie de círculo vicioso que, evidentemente, se autoacelerará cada vez más.
Otro factor pasado por alto es el de los gigantescos depósitos de hielo en Groenlandia y la Antártida. Durante la fase álgida del último período interglaciar, el nivel del mar se elevó 10 metros debido a la fusión de todo ese hielo, sin ayuda alguna por parte de los seres humanos. Los datos más recientes indican que ese proceso duró unos pocos siglos.
Cambios pasados y futuros del nivel del mar en una zona de Norteamérica. (Foto: Emanuel Soeding, Christian-Albrechts University)
Por tanto, tal como señala Hay, podríamos perder la mayor parte del hielo de Groenlandia en unos pocos cientos de años, no en miles, y considerando para ello sólo condiciones naturales, sin los efectos causados por la humanidad. "Y no se sabe cuánto se puede acelerar el proceso con la enorme cantidad de dióxido de carbono que estamos agregando a la atmósfera", advierte Hay.
Esta posibilidad quedó evidenciada cuando este último verano Groenlandia sufrió un nivel anonadante de fusión de sus hielos, imponiendo un nuevo récord histórico.
Hace diez años, no se sabía mucho sobre el agua que se encuentra bajo la capa de hielo antártica. Pero esa agua existe, y actúa permitiendo que el hielo se deslice sobre ella, en algunos lugares incluso cuesta arriba debido a la presión que ejercen los hielos más altos que se hallan en su proximidad, en un fenómeno comparable a la pasta de dientes que puede brotar hacia arriba si apretamos el tubo en el que está encerrada.
La barrera principal que impide que ese hielo se desparrame en el mar es que las plataformas de hielo terrestres actúan como tapones de botella en los extremos de los glaciares costeros. "Nadie sabe a qué velocidad el hielo fluirá al mar cuando desaparezcan esas plataformas de hielo", advierte Hay.
El tercer factor que no se tuvo en cuenta es el agua subterránea que se extrae de acuíferos de muchas partes del mundo, cada vez en mayores cantidades para mitigar la intensificación de las sequías promovidas en diversas regiones por el cambio climático global. Mucha de esa agua acaba finalmente, de un modo u otro, más tarde o más temprano, llegando a los océanos, y si su transferencia no se compensa con una cantidad igual de agua filtrándose al manto freático, el resultado final es un aumento neto de agua en el mar.
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