El pez que dibuja misteriosos círculos en el fondo del mar
Una pequeña especie de peces globo construye unas complejas estructuras geométricas como parte de su ritual de apareamiento.
A
finales de los años 70, algunos granjeros británicos descubrieron unos
misteriosos círculos en medio de sus campos de cultivo. Pronto, estas
formaciones geométricas comenzaron a extenderse por otros terrenos y
alcanzaron una gran popularidad debido a las teorías que aseguraban su
origen extraterrestre.
Aunque
años después dos agricultores reconocieron ser los autores de esos
círculos, todavía hay quienes dudan de que ese sea su origen real. Por
ello, cuando en 1995 el fotógrafo submarino Yoji Ookata descubrió unas
formaciones similares a casi treinta metros de profundidad al sur de
Japón, muchas personas volvieron a asegurar que habían sido realizadas
por extraterrestres.
Durante
más de quince años, los investigadores no fueron capaces de encontrar
una teoría que explicara la aparición de estos «círculos misteriosos»,
tal y como fueron bautizados por los habitantes de Amami Oshima, una
pequeña isla del archipiélago de Nansei, donde habían sido vistos por
primera vez.
Este
misterio se prolongó hasta el año 2011, cuando, tal y como cuenta José
Manuel Blázquez en el blog «Meridianos», finalmente los científicos
lograron identificar el origen de estas formaciones perfectamente
circulares de dos metros de diámetro. El responsable de su construcción
es un pez globo que apenas mide doce centímetros de largo.
Dos
años después, en julio de 2013, la revista «Nature» publicó un estudio
que explica de forma pormenorizada el proceso de construcción de estas
formaciones. Según esta investigación, estas complejas estructuras son
nidos elaborados por los machos en el lecho arenoso con el objetivo de
atraer a las hembras y fecundarlas, además de servir como protección
para los huevos y los alevines durante sus primeros momentos de .
Para
construir estas formaciones, que decora con pequeñas conchas y
fragmentos de coral, los peces globo utilizan una de sus aletas a modo
de pala y, durante toda una semana, se dedican a trazar surcos y tallar
intrincadas crestas. Una vez terminada, los machos esperan en el centro
de su obra a que su llame la atención de alguna hembra.
Cuanto más intrincados son los dibujos, más probabilidades existen de que se materialice el
sexual, ya que forman una especie de barrera natural que impide que las
corrientes marinas arrastren los huevos y acaben devorados por
ejemplares de algunas de las otras especies que habitan estas cálidas
aguas. Además, las conchas que los decoran constituirán el primer
alimento de los peces globo nada más romper el cascarón.
Sin embargo, lo más sorprendente de
es que los machos jamás reutilizan sus nidos. Cada vez que tienen que
aparearse construyen uno nuevo. Gracias a ello, los fondos de la isla de
Amami Oshima pueden presumir de un espectacular paisaje fruto del amor.
Nota:
Este
artículo corresponde a una colaboración editorial diaria elaborada por
equipo de Bitácoras, la red social para bloggers. Tiene por objeto poner
en valor los temas más curiosos tratados por los bloggers españoles y
dar visibilidad a estos desde otro contexto narrativo, reconociendo la
autoría y procedencia de esos contenidos y contribuyendo a su promoción.
(Bitácoras en ABC –España)
04/12/14
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