El equipo de Johan Rönnby desvela los secretos del primer barco gigante del Báltico, hundido mientras en su cubierta se desataba una batalla
l Mars, buque sueco hundido en 1564
Jesús
Gracia Calero / Madrid |
El Mars es un barco de
leyenda que se hundió hace
450 años mientras una fiera
batalla se desarrollaba en
sus cubiertas. Y permanece
intacto, en la oscuridad del
Báltico, no muy lejos de la
isla de Öland [pincha aquí
para acceder a la galería de
fotos del pecio]. Por ello
guarda restos de la vida y
claves de la época en la que
el Reino de Suecia se
configuraba como
Estado-nación. El día de su
naufragio era su segundo día
de servicio, pero aun así
cambió para siempre las
reglas de la guerra naval en
el Norte de Europa.
Cuando el rey Erik XIV de
Suecia pidió a sus
astilleros que le
construyeran un buque de
guerra fabuloso, definitivo
para asegurarse la hegemonía
en el Báltico, le ofrecieron
el Mars: 60 metros de
eslora, 173 cañones, más
grande que el famoso Vasa...
El primer barco gigante que
navegó por el Báltico. Se
dice que se hundió porque
estaba maldito: en su
ambición, Erik XIV había
arrojado al fuego las
campanas de las iglesias
suecas para fundir tantos
cañones...
Pero la ciencia no ha
encontrado maldiciones, sino
datos maravillosos. El
equipo internacional de 40
personas dirigido por Johan
Rönnby ha regresado al Mars
este año y ha puesto en pie
una arqueología nueva que
sirve al conocimiento de
aquella fiera batalla. Codo
con codo con sus
descubridores, Ingemar y
Richard Lundgren, los
arqueólogos se sienten
vinculados a aquellos
hombres que acabaron sus
días en el fragor de la
lucha que se tragó el mar.
(Cómo no recordar la envidia
que causó entre los
arqueólogos españoles el
modelo de excavación que se
ha puesto en marcha en
Suecia, e incluye
Universidad, sector privado,
Armada y sociedad civil)
Los faros de 100 coches
«Hemos documentado el pecio
con más detalle que en los
años anteriores. Para
empezar, y con el objeto de
filmarlo, hemos tenido un
enorme dispositivo de
iluminación, puesto que el
Mars está en una zona de
total oscuridad. La fuerza
de este dispositivo sería
comparable a más de cien
coches iluminando
directamente el fondo del
mar. Era como estar bajo la
luz del día, lo cual ha sido
fantástico para filmarlo.
Cada detalle brillaba»,
explica Rönnby a ABC.
¿Por qué tanta luz? Era
necesario para filmar el
pecio en 3D, que ha sido
otra de las novedades de
este año, «uno de nuestros
objetivos científicos
-remacha-. Hemos generado
magníficas galerías de
imágenes, que tomaban como
base más de dos millones de
puntos de referencia. Además
hemos empleado escáneres
láser multihaz. Con ello
hemos reconstruido el pecio
con un detalle inédito hasta
ahora. Gracias a este modelo
podemos movernos por el
yacimiento desde el
ordenador, tomar medidas y
explorar los elementos como
si estuviésemos allí».
Ello ahorrará cientos de
horas de buceo y peligros en
la descompresión, muchos
años de inmersiones. Por no
hablar de las dificultades
añadidas por la temperatura
del Báltico. Y permite otra
labor pionera en la historia
de esta disciplina: imprimir
en 3D algunos objetos que
así pueden estudiarse al
detalle o incluso planificar
su extracción. Rönnby dice:
«Es el futuro de la
arqueología subacuática, sin
duda. Puedes trabajar con
los objetos antes de
tocarlos. ¡Es fantástico! Es
lo que vamos a estar
haciendo en invierno,
imprimir objetos mientras
los originales siguen en el
fondo».
El objetivo es aprender del
siglo XVI. Para empezar,
«esta excavación está
poniendo en nuestras manos
toda la información sobre la
construcción naval en
tiempos de Erik XIV, cómo
fue posible una nave tan
grande y diferente, este
superbarco. Pero el Mars fue
también un campo de batalla,
que está extremadamente bien
conservado. Así que nos
sentimos muy cerca de los
hombres que participaron en
esta batalla. Era el último
día de mayo cuando el Mars
se hundió, había incendios y
explosiones a bordo y
mientras tanto se estaban
matando entre ellos. Era una
situación muy peligrosa. Y
cuando se posó a 75 metros,
todo quedó intacto». No es
broma esa cercanía. Los
arqueólogos han aprendido a
convivir con restos humanos
y con los restos de armas
abolladas que han dormido
durante 450 años bajo el
gélido mar que rodea Suecia.
«Es habitual que veamos
armas y cascos mellados con
huellas de la lucha, pero no
es muy distinto que
cualquier otro yacimiento,
donde el arqueólogo siempre
tiene que trabajar rodeado
de huesos. Lo excitante para
un científico es acceder a
la información que nos
aportan estos restos. No
conozco bien todos los
campos de batalla que se
conservan del siglo XVI,
pero diría que aquí estamos
ante el mejor preservado de
todos. Es muy especial».
El humanismo y las fotos
Los científicos son humanos
y no pueden librarse de
cierta presión. En palabras
de Rönnby: «El Mars es un
barco muy famoso y el hecho
de que el Rey Carlos Gustavo
viniera a conocer nuestros
trabajos aumentó la presión
que sentimos. Pero es
responsabilidad de los
científicos sobreponerse a
eso. Nuestro deber es
utilizar los restos para
proponer a la sociedad una
reflexión sobre aquella
guerra, o sobre la guerra,
sobre la historia. Nuestra
investigación es
humanística, está encaminada
a comprender mejor la
historia, el ser humano, el
pasado. Tenemos que lograr
esto, no solo fotos
fantásticas», observa el
arqueólogo con simpatía.
Mientras los años de
investigación se suceden,
sueñan con un futuro museo.
No se extraerá el barco,
pero sí algunos restos. Hay
incluso un proyecto de
trasladar a las aguas
someras de un puerto cercano
algunos restos para que
puedan vistarlos los
buceadores o los turistas
con barcos de casco
acristalado. Pero en la
mente de todos, la vivencia
de un momento congelado,
entre el fuego, el estallido
de los cañones y el
entrechocar de las armas.
«Hemos estado, nos hemos
sentido muy cerca de la
batalla, de aquella
situación. Es un pecio muy
potente».
La foto más bella de
un pecio hasta hoy
La primera fotografía del pecio completo fue realizada por Tomasz Stachura. Buceando un total de 20 horas a 72 metros, en completa oscuridad, logró hacer más de mil fotos útiles para el mosaico, es decir, con la misma precisión, iluminación y ángulo. Luego de una selección de las válidas, y de más de 300 horas frente a un ordenador, se hizo posible el mosaico que integra las mejores 650 tomas en una sola e impresionante fotografía, tal vez la más hermosa que se haya hecho nunca sobre un pecio tan importante [Sigue el link para ver la foto a tamaño completo].
La primera fotografía del pecio completo fue realizada por Tomasz Stachura. Buceando un total de 20 horas a 72 metros, en completa oscuridad, logró hacer más de mil fotos útiles para el mosaico, es decir, con la misma precisión, iluminación y ángulo. Luego de una selección de las válidas, y de más de 300 horas frente a un ordenador, se hizo posible el mosaico que integra las mejores 650 tomas en una sola e impresionante fotografía, tal vez la más hermosa que se haya hecho nunca sobre un pecio tan importante [Sigue el link para ver la foto a tamaño completo].
Tal es la belleza de esta
imagen que el fotógrafo se
siente orgulloso, en
conversación con ABC, de que
National Geographic lo haya
elegido para ilustrar la
portada de su magazine, que
ha salido en noviembre en
las ediciones
internacionales. «Lo que más
impresiona es ver los huesos
de aquellos marinos que
naufragaron hace 450 años.
No sabía que podían durar
tanto bajo el mar. Viendo
las copas y los objetos
personales a bordo, puedes
imaginar cómo era su vida,
mientras buceas. Es como una
cápsula, una máquina del
tiempo. He bajado allí más
de 40 veces y cada una me
permitía descubrir algún
detalle». Ahora, este
fotógrafo polaco
acostumbrado a bucear en el
Báltico, «donde encontramos
entre 5 y 10 pecios vírgenes
cada año», está volcado con
la búsqueda del «Eagle» un
submarino que Polonia perdió
en la II Guerra Mundial. Aún
no se ha podido saber dónde
está o la causa de su
naufragio.
ESCAFANDRA/abc
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