El primer mapamundi de las aguas subterráneas muestra su importancia para el clima
La que tenemos de la Tierra está sesgada por el azul de los océanos. Debajo del suelo que pisamos también hay agua, en importantes cantidades y mucho más cerca de lo que pensamos. Ahora sabemos que hasta el 32% de las tierras del planeta están alimentadas por acuíferos subterráneos poco profundos, según ilustra un estudio publicado en este número de Science. Ríos, humedales, lagos, valles, oasis y muchos otros entornos se nutren directamente de esas aguas que, aunque invisibles, los mantienen vivos.
En momentos en los que la sequía es una amenaza, la importancia de mantener sanos estos acuíferos es fundamental para la estabilidad de casi un tercio de los ecosistemas continentales. Proporcionan caudal a ríos y lagos en periodos sin , impiden el drenaje del terreno y proporcionan alimento a las raíces de los árboles cuando llega la temida sequía. Además, aunque se escondan influyen decisivamente en el comportamiento del regional, por lo que su conocimiento mejorará los modelos climáticos globales. El trabajo necesario para realizar este atlas de los acuíferos que ayude a conocer su impacto sobre el clima se lo ha tomado un , Gonzalo Míguez-Macho, profesor de la Universidad de Santiago de Compostela. Junto a su colega Ying Fan de la Universidad Rutgers de Nueva se dedicó a "llamar país por país" para tratar de recabar toda la información oficial sobre pozos, acuíferos y aguas subterráneas. "En Italia había que llamar región por región, porque está descentralizado. En EEUU tienen muchísima información, en Sudamérica muy poca, en África no tienen nada y en China no te lo quieren dar", enumera Míguez-Macho como ejemplos. Allí donde no llegaban los datos oficiales, buscaban la aportación de la literatura científica. A lo largo de varios años (los primeros datos los recogieron para otros estudios de 2007), lograron recopilar hasta 1,6 millones de pozos naturales en todo el mundo, observaciones registradas in situ de acuíferos poco profundos. Junta sobre un mapa, toda esa información no funcionaba, porque no mostraba ningún tipo de patrón espacial, sino una suma inconexa de datos. Las observaciones registradas no se distribuían uniformemente, sino que se concentran en torno a asentamientos humanos, allí donde el agua subterránea más se usa. Ahí empezó la segunda parte del trabajo, la creación de un modelo hidrológico que le diera consistencia y coherencia al mapa de todos los acuíferos del mundo. Un modelo consistente Metieron en la coctelera los datos que tenían junto a información real sobre el nivel del mar, el clima, y la topografía, terrenos de cada una de las regiones ciegas de información. El resultado, un modelo que lograba reproducir el nivel freático (la profundidad de esas aguas subterráneas) de todos los continentes. Sus conclusiones eran coherentes con los humedales (incluidos los más importantes del mundo, los del Convenio Ramsar) y pozos que ya se conocen. A partir de ahí, pudieron calcular el porcentaje de área global que se alimenta de estas aguas poco profundas. Alrededor del 15% corresponde a lagos de tamaño pequeño, ríos y zonas húmedas inundadas; un 2% corresponde a humedales inundados menos frecuentemente; y en torno al 5%-15% de área con capa freática accesible a las raíces de las plantas. En total, entre el 22% y el 32% de todas las superficies continentales influidas directamente. "Estos resultados sugieren que las aguas subterráneas tienen una extendida y estructurada influencia a escala global en la hidrología y ecosistemas terrestres", concluyen los autores de este trabajo. "Si se deprime la capa freática, si se saca de forma desmesurada el agua del subsuelo, se ven muy afectados los ecosistemas", explica Míguez-Macho. "Es entonces cuando el humedal o incluso el río se seca, porque el acuífero ya no los nutre como debiera. No viven solo de la lluvia, el agua del subsuelo es fundamental", asegura este investigador, que tras doctorarse en Utah y trabajar en Rutgers pudo regresar a Compostela gracias al programa Ramón y Cajal. "Por eso es importante localizar dónde estás esos acuíferos poco profundos, porque son fundamentales para ajustar los modelos climáticos. Porque los humedales son la fuente principal de metano en la atmósfera, uno de los gases de invernadero más potentes. Las aguas subterráneas poco profundas influyen por lo tanto directamente en el ciclo global del agua y en el del carbono, partes fundamentales del sistema climático", señala este meteorólogo. Fuente: materia 11/04713 BARRAMEDA
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