Paleontología
Expedición a los Andes en busca de conodontes
Los expedicionarios repasan los últimos detalles antes de partir. Alimentos, abrigo, equipamiento técnico, mucha agua y vehículos todo terreno. Varios días en la Puna o los Andes los esperan. ¿A qué altura será esta vez? ¿2 mil metros? ¿4 mil? Si no hay un refugio cerca, deberán acampar allí. Pero la aventura es apenas una (linda) circunstancia. El verdadero objetivo es la investigación. Son científicos en busca de conodontes: microfósiles con forma de diente que funcionan como termómetros de la Tierra y como minúsculos portales a un pasado muy remoto.
Los conodontes miden menos de 1 mm y pertenecían a animales que vivieron en los mares antiguos entre los períodos Cámbrico y Triásico (de 500 a 200 millones de años atrás). En realidad, el término conodonte refiere tanto a estas piezas fósiles, que suelen ser las únicas partes del organismo que se conservan, como al animal que los poseyó. Para algunos especialistas, eran un grupo de cordados marinos, en tanto para otros, se trató de vertebrados primitivos.
“Era un animal parecido a una anguila o lamprea actual, de unos 5 cm de largo y 2 mm de ancho. Tenía una cabeza globosa y una cavidad bucal muy amplia, donde estaban incluidos estos elementos con formas de dientes”, describió a la Agencia CyTA el doctor en ciencias geológicas Guillermo Albanesi, investigador del CONICET argentino y profesor en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). “Su aparato bucal se dividía en una parte anterior, que filtraba las partículas alimenticias, y una posterior, con elementos con formas de muelitas que trituraban el alimento antes de ser ingerido. Tenía dos ojos muy prominentes y una colita con aletas”.
Córdoba fue el primer lugar de Latinoamérica en dedicarse a la conodontología, hace 40 años, y actualmente cuenta con el principal centro de investigación de la región. Por eso, Argentina será la sede del III Simposio Internacional de Conodontes, que se realizará del 15 al 19 de julio próximo, en Mendoza, e incluye viajes de campo a los Andes. “Llevaremos a los especialistas a las localidades de estudio donde encontramos conodontes y haremos una explicación in situ sobre los estudios que realizamos”, señala Albanesi.
Los conodontes miden menos de 1 mm y pertenecían a animales que vivieron en los mares antiguos entre los períodos Cámbrico y Triásico (de 500 a 200 millones de años atrás). En realidad, el término conodonte refiere tanto a estas piezas fósiles, que suelen ser las únicas partes del organismo que se conservan, como al animal que los poseyó. Para algunos especialistas, eran un grupo de cordados marinos, en tanto para otros, se trató de vertebrados primitivos.
“Era un animal parecido a una anguila o lamprea actual, de unos 5 cm de largo y 2 mm de ancho. Tenía una cabeza globosa y una cavidad bucal muy amplia, donde estaban incluidos estos elementos con formas de dientes”, describió a la Agencia CyTA el doctor en ciencias geológicas Guillermo Albanesi, investigador del CONICET argentino y profesor en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). “Su aparato bucal se dividía en una parte anterior, que filtraba las partículas alimenticias, y una posterior, con elementos con formas de muelitas que trituraban el alimento antes de ser ingerido. Tenía dos ojos muy prominentes y una colita con aletas”.
Córdoba fue el primer lugar de Latinoamérica en dedicarse a la conodontología, hace 40 años, y actualmente cuenta con el principal centro de investigación de la región. Por eso, Argentina será la sede del III Simposio Internacional de Conodontes, que se realizará del 15 al 19 de julio próximo, en Mendoza, e incluye viajes de campo a los Andes. “Llevaremos a los especialistas a las localidades de estudio donde encontramos conodontes y haremos una explicación in situ sobre los estudios que realizamos”, señala Albanesi.
Cabeza de alfiler sobre la que están montados varios conodontes. (Foto: Agencia CyTA-Instituto Leloir)
Estos microfósiles tienen dos aplicaciones geológicas fundamentales: sirven para conocer la edad de las rocas y como indicadores de paleotemperaturas. Su primera aplicación se enmarca dentro de la bioestratigrafía, una disciplina que se ocupa de dividir el tiempo geológico según el contenido fósil de las rocas. Por su utilidad para datar las rocas y hacerlas corresponder entre sí a escala intercontinental, se los denomina fósiles guía. Gracias a ellos, es posible reconocer con precisión qué estrato es más antiguo que otro y cómo eran los ambientes marinos antiguos.
Su segundo uso tiene que ver con los cambios de color que han sufrido a lo largo del tiempo, a partir de las diferentes temperaturas a las que han estado sometidas las rocas que los contienen. Serían como una especie de camaleón: cambian de colores pero según el calor. “Mediante la determinación de las paleotemperaturas de las rocas, podemos establecer, por ejemplo, cuáles son las áreas más propicias para la exploración de hidrocarburos, como el petróleo”, precisó el geólogo.
Albanesi explica que los muestreos que recolectan en el campo “son a ciegas”, ya que no es posible observar a simple vista si la roca contiene fósiles milimétricos. Será en el laboratorio donde, al procesar las rocas mediante técnicas especiales, se develará la verdad. “En algunos casos, hay rocas que no tienen ningún resto fósil. Otras, en cambio, incluyen microfósiles de distintos grupos de animales marinos extintos. Se han analizado rocas que contenían hasta diez mil microfósiles por kilogramo de roca”, destacó.
Entre los tópicos a tratar en el simposio se incluyen debates sobre la paleobiología de los conodontes y sus aplicaciones geológicas, y un recorrido histórico por los hitos de la especialidad. Por su parte, Albanesi y su equipo se encuentran estudiando microfósiles obtenidos en el noroeste del país, donde este año ya han realizado tres campañas geológicas en distintas áreas de la precordillera y cordillera de San Juan, Salta y Jujuy. (Fuente: AGENCIA CYTA-INSTITUTO LELOIR/DICYT)
Su segundo uso tiene que ver con los cambios de color que han sufrido a lo largo del tiempo, a partir de las diferentes temperaturas a las que han estado sometidas las rocas que los contienen. Serían como una especie de camaleón: cambian de colores pero según el calor. “Mediante la determinación de las paleotemperaturas de las rocas, podemos establecer, por ejemplo, cuáles son las áreas más propicias para la exploración de hidrocarburos, como el petróleo”, precisó el geólogo.
Albanesi explica que los muestreos que recolectan en el campo “son a ciegas”, ya que no es posible observar a simple vista si la roca contiene fósiles milimétricos. Será en el laboratorio donde, al procesar las rocas mediante técnicas especiales, se develará la verdad. “En algunos casos, hay rocas que no tienen ningún resto fósil. Otras, en cambio, incluyen microfósiles de distintos grupos de animales marinos extintos. Se han analizado rocas que contenían hasta diez mil microfósiles por kilogramo de roca”, destacó.
Entre los tópicos a tratar en el simposio se incluyen debates sobre la paleobiología de los conodontes y sus aplicaciones geológicas, y un recorrido histórico por los hitos de la especialidad. Por su parte, Albanesi y su equipo se encuentran estudiando microfósiles obtenidos en el noroeste del país, donde este año ya han realizado tres campañas geológicas en distintas áreas de la precordillera y cordillera de San Juan, Salta y Jujuy. (Fuente: AGENCIA CYTA-INSTITUTO LELOIR/DICYT)
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