La científica japonesa fue una pionera humanista preocupada siempre del bienestar humano a través de sus descubrimientos y del desarrollo profesional de las mujeres.
Nada hacía presagiar cuando nació Katsuko, una niña
muy esperada en su familia, que el contraste entre el significado del
nombre elegido y su personalidad fuera tan abismal. Katsuko se traduce
como “de mente fuerte o victoriosa” y la pequeña de la familia
Saruhashi, mimada por sus padres y por su hermano, era todo lo contrario: tímida,
introvertida y muy llorona.
Katsuko Saruhashi nació en Tokio (Japón) el 22 de marzo de 1920.
Un día lluvioso, cuando estaba en la escuela primaria mirando cómo las
gotas de lluvia se deslizaban por la ventana, se preguntó qué causaba la
lluvia. El recorrido vital de aquella niña tímida para obtener la
respuesta la llevó a convertirse en la primera mujer en
obtener un doctorado en Química por la Universidad de Tokio en 1957 y
a ser reconocida como una persona que hizo honor a su nombre por su tesón
y fortaleza.
Los padres de Saruhashi siempre insistieron en que las niñas
debían recibir educación. Sin embargo, la vida en el campo que llevaron
antes de mudarse a Tokio no cumplió esas expectativas educativas, así que
alentaron a la joven a empezar a trabajar en una compañía de
seguros al completar la educación secundaria. Saruhashi,
por su parte, tenía la aspiración de seguir estudiando, así que se graduó
en la Facultad de Ciencias para Mujeres (predecesora de la
Universidad de Toho). Su decisión de seguir estudiando fue
apoyada por su madre debido a la dura experiencia de la Segunda Guerra Mundial, que
dejó demasiadas mujeres sin marido ni padre, y este aprendizaje le sirvió a
la joven Katsuko para convencerse de que las mujeres deben acceder a conocimientos técnicos para
poder tener independencia.
Katsuko Saruhashi fue una exitosa geoquímica que
trabajó durante 35 años en el Instituto de Investigación
Meteorológica del Ministerio de Transporte de Japón -más tarde
la Agencia Meteorológica de Japón-, que logró ser la primera mujer elegida
como miembro del Consejo Científico de Japón y también la
primera en recibir el Premio Miyake de geoquímica.
Tal vez por estos motivos, y por ser considerada una pionera
de la ciencia no solo en su país, Saruhashi también fue una gran
promotora de las mujeres. Para contribuir al desarrollo de las
mujeres en los estudios científicos fundó la Sociedad Científica de
Mujeres Japonesas,
que se convirtió en una plataforma de referencia para reunir,
discutir y encontrar soluciones prácticas a los problemas con los que las
mujeres se enfrentaban en sus trabajos de investigación diarios.
“Hay muchas mujeres que tienen la capacidad de convertirse en
grandes científicas, me gustaría ver un día en que las mujeres puedan
contribuir en ciencia y tecnología en una posición de igualdad a los
hombres”, defendía en
público Katsuko Saruhashi.
Pero Katsuko fue más allá en la contribución al reconocimiento
del trabajo de las mujeres, y cuando se retiró del Instituto de
Investigación Meteorológica fundó el Premio Saruhashi, un galardón
anual para mujeres científicas japonesas que hacen
contribuciones importantes a la ciencia y que continúa siendo uno de los
premios académicos más prestigiosos.
Dos proyectos pioneros de investigación en la naturaleza le dieron a Saruhashi
fama como geoquímica y la importancia de sus resultados fue
reconocida tanto dentro de Japón como en el resto del mundo. El primero
fue su estudio sobre sustancias de ácido carbónico en aguas
naturales. Tras los ensayos nucleares en el atolón de Bikini en 1954, el
Gobierno de Japón pidió al laboratorio geoquímico que
analizara la radiactividad en el agua de mar y en el
agua de lluvia, ya que un barco atunero de bandera japonesa estuvo
expuesto a los ensayos y sus ocupantes terminaron enfermos.
Saruhashi descubrió que después de un año y medio la radiactividad también
alcanzó a Japón en el agua de mar y en 1955 publicó
un artículo que incluía una tabla, más
tarde llamada Tabla de Saruhashi, que permitía a los investigadores medir
con precisión la concentración de ácido carbónico en el agua en
función de la temperatura, el nivel de pH
y la clorinidad. Esta tabla sirvió a los oceanógrafos de todo el mundo durante más de tres décadas, hasta que fue sustituida por aparatos electrónicos para hallar el resultado.
y la clorinidad. Esta tabla sirvió a los oceanógrafos de todo el mundo durante más de tres décadas, hasta que fue sustituida por aparatos electrónicos para hallar el resultado.
El segundo proyecto de investigación de Katsuko Saruhashi también comenzó en la década de 1950,
después de las pruebas nucleares en el Pacífico, y fue su trabajo en la medición
de radioisótopos artificiales en el agua de mar. Una serie
de investigaciones que Saruhashi realizó con Miyake Yasuo, su
mentor, demostró la utilidad de los radionucleidos para rastrear las
corrientes oceánicas.
Este hallazgo abrió un nuevo camino en oceanografía y
tuvo como resultado que Saruhashi fuera invitada en 1962 a la
Institución Scripps de Oceanografía (SIO) en la Universidad
de California. Un acto que sirvió para comparar
las dos técnicas analíticas utilizadas por
Japón y los Estados Unidos para determinar el efecto del cesio, uno de los metales con mayor peso y reactividad, en el agua de mar.
Japón y los Estados Unidos para determinar el efecto del cesio, uno de los metales con mayor peso y reactividad, en el agua de mar.
En 1964, los niveles de radiactividad demostraron
que las aguas occidentales y orientales del océano Pacífico
norte se habían mezclado completamente, y cinco años después los rastros
de radiactividad se habían esparcido por todo el océano. En
los años 70 y 80 la investigación se centró
en el estudio de la lluvia ácida y sus efectos.
La persona más importante para la carrera profesional de
Saruhashi fue Miyake Yasuo, su mentor en la resonancia magnética. Cuando Saruhashi estaba
en la Facultadde Ciencias para Mujeres, Miyake
permitió que Saruhashi usara las instalaciones del laboratorio del
Instituto de Investigación Meteorológico durante las horas libres.
Esto
le facilitó a Saruhashi tener acceso a los equipos científicos que necesitaba para su tesis de graduación. Más tarde, cuando Saruhashi insistió en que no quería trabajar para la ç
industria militar, Miyake nuevamente le ofreció un puesto en el ámbito de la resonancia magnética.
le facilitó a Saruhashi tener acceso a los equipos científicos que necesitaba para su tesis de graduación. Más tarde, cuando Saruhashi insistió en que no quería trabajar para la ç
industria militar, Miyake nuevamente le ofreció un puesto en el ámbito de la resonancia magnética.
Esta decisión tuvo un impacto significativo a largo plazo en la
vida de Saruhashi, ya que la mayoría de los trabajos en proyectos
gubernamentales e industriales relacionados con la guerra resultó ser
temporal, y muchas mujeres científicas que habían asumido estos puestos
fueron desplazadas con la justificación de “ajustes de posguerra". Sin
embargo, en la resonancia magnética, Miyake no toleró ningún tipo de
discriminación y otorgó a
hombres y mujeres científicos la misma responsabilidad, obligaciones, voz y visibilidad.“Trabajé duro... Me concentré completamente en aprender a hacer ciencia. Pero ése no fue un esfuerzo que hice como mujer para competir contra los hombres. Sabía que si trabajaba
mucho podía descifrar lentamente los secretos de la naturaleza... era una alegría... la alegría que disfrutaba cada día investigando”, aseguró Katsuko Saruhashi.
hombres y mujeres científicos la misma responsabilidad, obligaciones, voz y visibilidad.“Trabajé duro... Me concentré completamente en aprender a hacer ciencia. Pero ése no fue un esfuerzo que hice como mujer para competir contra los hombres. Sabía que si trabajaba
mucho podía descifrar lentamente los secretos de la naturaleza... era una alegría... la alegría que disfrutaba cada día investigando”, aseguró Katsuko Saruhashi.
Para Saruhashi, que murió en su casa de Tokio el 29 de
septiembre de 2007 a causa de una neumonía a los 87 años, el objetivo de
la ciencia era “descubrir verdades científicas y desarrollarlas y
utilizarlas para mejorar el bienestar humano”, porque siempre creyó firmemente
que los científicos tenían responsabilidad social y que los valores
sociales tenían que ser prioritarios en la investigación.
La ciencia de Katsuko Saruhashi abrazó “la atención y el
cuidado de los vivos pero también el sufrimiento y la muerte de los
seres humanos”, preocupándose por la contaminación que afectaba a la
salud de la población y desarrollando la cooperación y
no la competencia como método de trabajo en el ámbito científico.
(EL PAIS)
no la competencia como método de trabajo en el ámbito científico.
(EL PAIS)
27/03/2018
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