España / error histórico de EE.UU.
Los españoles celebraron Acción de Gracias 56 años antes que los peregrinos
Día 27/11/2014 - 08.10h
La preeminencia de la historia anglosajona ha solapado el protagonismo español en la colonización de Norteamérica. En 1565, Pedro Menéndez de Avilés compartió con los nativos una comida similar a la que posteriormente celebraron los puritanos
El Día de Acción de Gracias,
una de las fiestas más emblemáticas de EE.UU., tiene su origen
oficialmente en el año 1621, cuando un grupo de peregrinos (los
puritanos ingleses) celebró en Plymouth, en el actual estado de Massachusetts,
el final de la cosecha compartiendo su comida con los indígenas de la
zona. Sin embargo, como han defendido recientemente varios historiadores
del estado de Florida,
los conquistadores españoles habían protagonizado celebraciones de
características similares al menos en 1565 y en 1598, sobre lo que hoy
es suelo americano.
Los estadounidenses han consagrado en su memoria colectiva
la llegada de los puritanos ingleses como el génesis de su nación, bajo
el sello de una colonización anglosajona, desdeñando la labor civilizadora y evangelizadora de España desde el sur de los Estados Unidos hasta el mismo corazón del continente.
La presencia del Imperio español en el Norte del Nuevo Mundo se remonta
a principios del siglo XVI y desmonta muchos de los mitos fundacionales
de este país.
El primer asentamiento europeo en Norteamérica fue San Agustín de Florida
Tras más de medio siglo impidiendo que ninguna otra nación europea se estableciera permanentemente en el continente descubierto por Cristóbal Colón, los españoles vieron una grave amenaza en los planes franceses de levantar una colonia en la zona del norte, explorada desde la llegada hispánica pero sin asentamientos fijos.
Así, un grupo de hugonotes (los calvinistas de Francia) desembarcó en
febrero de 1562 en el estuario del río conocido hoy como el St. Johns River
y se establecieron al sur de Carolina. Sin víveres ni materiales, los
pocos supervivientes tuvieron que regresar a Francia al cabo de varios
meses. Pero pocos años después, otra expedición francesa mejor preparada
conseguió establecerse en Florida, sobre la región actual de Jacksonville, en lo que fue bautizado como Fort Caroline.
El éxito de la incursión hizo saltar las alarmas en la
corte madrileña y se decidió enviar a uno de sus marinos más
prestigiosos, Pedro Menéndez de Avilés. El almirante asturiano, tras
dispersar la flota francesa y tomar posesión del lugar en nombre del rey de España el 28 de agosto de 1565,
se ayudó de los tribu saturiwa –hartos de la presencia gala– para
encontrar y atacar el asentamiento hugonote. Con 50 soldados, Menéndez
dio caza a los habitantes de Fort Caroline y tomó una decisión que fue duramente criticada por toda Europa: ejecutar a todos los prisioneros.
Desde España se justificó la medida, desde el punto de vista legal,
como la habitual cuando se capturaban a piratas. Los Reyes españoles
consideraban que todo el continente les pertenecía por derecho y cualquier intrusión estaba considerada piratería.
Pavo, venado y guiso de cerdo salado
Solo un mes después de la fundación de San Agustín, Pedro Menéndez de Avilés
celebró una comida muy parecida a lo que se conmemora por Acción de
Gracias –con un menú que probablemente incluía pavo, venado y guiso de
cerdo salado– en honor a sus aliados saturiwas. Además, europeos y nativos asistieron después a una solemne misa cocelebrada por cuatro obispos españoles.
A finales de siglo, en 1598, el explorador español Juan de Oñate organizó una gran celebración en las orillas del Río Grande, también con miembros de tribus nativas, después de liderar a los colonos en una ardua caminata de 563 kilómetros por el desierto mexicano.
Un episodio histórico muy parecido al organizado 23 años después, en
1621, por los 50 colonos ingleses llamados «pilgrims» (peregrinos), que a
duras penas habían sobrevivido su primer año en el Nuevo Mundo,
compartiendo su comida con sus vecinos, los amigables indios Wampanoag.
En ambos casos se trataron de encuentros entre civilizaciones muy
distintas, y tenían como objetivo agradecer a Dios que seguían vivos a
pesar de su lucha desigual contra los elementos.
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