jueves, 12 de septiembre de 2013

Una lección del pasado para demostrar la importancia de parapetar las costas

Viernes, 9 agosto 2013
Ingeniería

Una lección del pasado para demostrar la importancia de parapetar las costas


Un muro de protección costera de 1882, sepultado y olvidado, fue lo que salvó a las edificaciones de Bay Head de los daños terribles que sí sufrieron las zonas adyacentes cuando el huracán Sandy golpeó el litoral de New Jersey en octubre de 2012.

Pero nadie habría podido prever unos días antes esta diferencia entre Bay Head y el pueblo de al lado. La situación era la siguiente: Dos pequeños pueblos costeros, esencialmente residenciales, uno al lado del otro, en la costa de New Jersey. Sus nombres: Bay Head y Mantoloking. Antes de la llegada del Huracán Sandy, cualquiera que se desplazaba en automóvil hacia el norte en un trayecto por la Ocean Avenue (Avenida Océano) pasaba de Mantoloking a Bay Head sin apenas notar cambios en el entorno residencial, incluyendo las dunas, las playas, y la línea de costa. A efectos prácticos, la zona era uniforme y no había diferencia entre ambos pueblos. Pero sí había una diferencia fundamental, aunque estaba escondida bajo la arena cual tesoro de corsarios.

Un olvidado muro de protección costera, de 1.260 metros de largo, enterrado bajo la playa, fue lo que protegió de daños graves a las edificaciones más expuestas de Bay Head ante la marejada ciclónica y las violentas olas provocadas por el huracán Sandy, según ha determinado un equipo de ingenieros y geólogos dirigido por Jennifer L. Irish, profesora de ingeniería civil y medioambiental en la Escuela de Ingeniería del Instituto Politécnico de Virginia (Virginia Tech), en Estados Unidos. Irish es toda una autoridad en materia de inundaciones por tsunamis, erosión costera y olas de tormenta.

La reaparición del arcaico muro de piedra, en bastantes aspectos una reliquia de la albañilería local de tiempos del Salvaje Oeste, sorprendió a muchos residentes del área, que desconocían la existencia del mismo. El, para ellos, misterioso benefactor subterráneo ilustra los problemas que a menudo afectan al urbanismo costero de muchos países del mundo cuando la explotación urbanística residencial moderna crece con poca previsión de las amenazas naturales del futuro, e incluso despreciando y olvidando medidas de protección que antaño funcionaron bien.

"Es sorprendente que un muro de protección costera construido hace cerca de siglo y medio, y escondido bajo las arenas de la playa por causas naturales, que incluso había caído ya en el olvido, pueda tener un efecto positivo tan enorme bajo las condiciones para las que fue diseñado originalmente", subraya H. Richard Lane, directivo en la División de Ciencias de la Tierra de la Fundación Nacional estadounidense de Ciencias, entidad que financió la investigación. "Este hallazgo debería tener grandes repercusiones en la planificación urbanística, habida cuenta de la tendencia a la elevación del nivel del mar y a la intensificación de las tormentas como consecuencia del calentamiento global".

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El viejo muro de protección costera cumplió, 130 años después de ser construido, la importante misión para la que fue creado, protegiendo de daños graves las edificaciones más expuestas de Bay Head ante la marejada ciclónica y las violentas olas provocadas por el huracán. (Foto: Jennifer Irish / Virginia Tech)

"En cuanto llegamos al lugar, vimos el muro", comenta Irish. "La playa y las dunas hicieron su trabajo hasta cierto punto, y entonces le tocó el turno de luchar al muro, que logró amortiguar significativamente las olas. El muro marcó la diferencia entre las casas que se inundaron en Bay Head y las casas que quedaron reducidas a escombros en Mantoloking".

De las casas ubicadas en la playa, los investigadores contabilizaron un 88 por ciento como inundadas en Bay Head, donde una sola fue destruida. En Mantoloking, más de la mitad quedaron en condiciones de destrucción parcial o total.

El viejo y heroico muro de protección costera cumplió, 130 años después de ser construido, la importante misión para la que fue creado en su tiempo.

En la investigación también han trabajado Wei Cheng y Stephanie Smallegan, del Virginia Tech.

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