Viernes, 7 agosto 2015
Bioquímica
Fuente natural de electricidad submarina que debió ser vital para el surgimiento de vida en la Tierra
En un nuevo estudio, unos investigadores han cultivado sus propias
chimeneas diminutas en un laboratorio, logrando usarlas para energizar
una lámpara hasta encenderla. Este resultado demuestra que las
estructuras submarinas podrían efectivamente haber proporcionado un
impulso eléctrico vital a las formas de vida más antiguas de la Tierra.
Estas chimeneas pueden actuar como cables eléctricos sobre el fondo
marino, tal como ha comprobado el equipo de Laurie Barge y Michael
Russell, del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en
Pasadena, California, Estados Unidos. Esta propiedad de tales chimeneas
pudo resultar decisiva para las formas de vida primigenias en el
planeta.
Los hallazgos están ayudando a los investigadores a reconstruir la
historia de la vida en la Tierra, empezando con el primer y enigmático
capítulo de sus orígenes. Cómo la vida arraigó en nuestro planeta recién
nacido es un tema plagado de preguntas de química sin resolver. Una
teoría destacada para los orígenes de la vida se basa en la idea de que
esta brotó en el medio subacuático con la ayuda de chimeneas cálidas y
alcalinas en fumarolas hidrotermales del fondo marino.
La foto muestra un “jardín químico”
creado en el laboratorio. Los jardines químicos son un apodo para
estructuras parecidas a chimeneas que se forman en las fumarolas
hidrotermales del fondo marino. Algunos investigadores piensan que la
vida pudo originarse en estructuras como estas, varios miles de millones
de años atrás. (Foto: NASA/JPL-Caltech)
Las chimeneas se forman de manera natural en el fondo marino, en las
fumarolas hidrotermales. Su tamaño varía de centímetros a decenas de
metros, y están hechas de tipos diferentes de minerales con,
habitualmente, una estructura porosa. En la Tierra temprana, estas
chimeneas podrían haber establecido gradientes eléctricos y de protones a
través de las membranas minerales que separan sus compartimientos.
Tales gradientes representan una analogía significativa de procesos
esenciales para la vida, al brindar energía y compuestos orgánicos.
Russell propuso por vez primera la hipótesis de las fumarolas
alcalinas en 1989, e incluso predijo la existencia de chimeneas de
fumarolas alcalinas más de una década antes de que fueran descubiertas
en el océano Atlántico, en un punto del fondo conocido con el sugerente
apodo de “La Ciudad Perdida”.
Con anterioridad, otros investigadores detectaron electricidad en
chimeneas de fumarolas negras situadas en la Fosa de Okinawa, frente al
litoral de Japón. Las fumarolas negras son ácidas, justo lo contrario
que las fumarolas alcalinas, y además más calientes y más hostiles para
la vida que las alcalinas.
El nuevo estudio demuestra que las chimeneas de laboratorio similares
a las presentes en fumarolas alcalinas en la Tierra temprana tenían
suficiente electricidad para energizar procesos relevantes, y para
encender hoy en día una lámpara LED (diodo emisor de luz). Los
investigadores conectaron cuatro de los jardines químicos, sumergidos en
fluidos que contienen hierro, para encender la lámpara. El proceso
supuso meses de paciente trabajo de laboratorio, pero finalmente llegó
el día en que la lámpara se encendió.
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