viernes, 20 de octubre de 2017

Piteas de Massalia: Explorador del Ártico en la antigua Grecia


El primer explorador del Ártico no es quien creemos. Hace más de 2.300 años, Piteas de Massalia viajó al círculo polar ártico y pudo volver para contarlo. Pero al regresar a casa, nadie le creyó.
En una época en la que la mayor parte de la población creía que el sol era arrastrado por el cielo por un dios, Piteas consiguió llegar a un lugar en el que el sol no sale en todo el invierno. Un lugar cubierto por hielos perpetuos, donde el océano está congelado y los icebergs viajan a la deriva. Es obvio que cuando Piteas regresó no tuvo más remedio que intentar explicar lo que había visto.

Piteas hizo descubrimientos tan asombrosos que son literalmente increíbles – y pasaron más de mil años antes de que supiéramos que estaba contando la verdad.

¿Quién fue Piteas?

No sabemos mucho sobre la vida de Piteas. Fue, según cuenta Estrabón, «un hombre pobre» que viajó al norte por sus propios medios, sin la ayuda de patrocinador alguno. Todo lo que sigue a continuación en el relato del antiguo historiador, no obstante, es pura especulación. Hasta la última palabra que Piteas puso por escrito se perdió en la noche de los tiempos, y todo lo que sabemos actualmente de su travesía nos llega, principalmente, de la mano de autores que no creían en su historia.

Resulta fácil comprender por qué las gentes de la antigüedad dudaron de que un humilde navegante pudiera haber realizado la travesía que Piteas llevó a cabo. La ruta hacia el norte le condujo a través del estrecho de Gibraltar, un accidente geográfico conocido como las Columnas de Hércules por aquel entonces. Para cruzarlo debió atravesar el bloqueo militar que mantenía el ejército cartaginés en ese punto.
De algún modo, Piteas y su tripulación lograron superar el obstáculo de todo un ejército – aunque nadie sabe con certeza cómo lo consiguió. Los historiadores modernos tienen sus teorías, aunque de hecho no pasan de ser meras especulaciones. De cualquier manera, la única explicación que nos han dejado los autores de la antigüedad es que Piteas era un mentiroso y nada de eso ocurrió jamás en realidad.
El relato de Piteas a su regreso, no obstante, sugiere que de algún modo, lo consiguió. De algún modo consiguió atravesar furtivamente el bloqueo del ejército cartaginés, continuó su ruta hasta Gran Bretaña y –una vez allí– se convirtió en la primera persona que circunnavegó la isla. Su travesía apenas había comenzado.

El descubrimiento de Thule

Tras circundar Gran Bretaña, Piteas puso rumbo al norte, en busca de una tierra aún por descubrir de cuya existencia le habían hablado los nativos britanos. Este hecho iba contra toda lógica en aquella época, ya que se creía entonces que no había nada al norte de Gran Bretaña salvo el propio océano. El viaje acabaría llevando a Piteas más allá de los límites del mundo conocido.

Tras seis días de navegación, Piteas vio en el horizonte la abrupta y rocosa línea costera de una tierra que llamó Thule. Nadie sabe con certeza cuál fue la tierra que descubrió –podrían haber sido Islandia o Noruega. Pasarían más de mil años antes de que otro europeo intentara de nuevo realizar esta travesía.
El testimonio de Piteas sobre el cielo, no obstante, sugiere que realmente llegó a algún lugar cercano al círculo polar ártico. El antiguo navegante nos habla de cómo las estrellas del firmamento cambiaban de posición, reflejando el cielo que podríamos ver de hecho en las proximidades de Islandia. Piteas también señala cómo los días se hacían cada vez más cortos a medida que viajaba hacia el norte.
Piteas afirma además que aquella tierra estaba habitada cuando él llegó –lo que en el caso de que Thule fuese Islandia sería increíble, puesto que la isla estaba desierta cuando fue colonizada 1.000 años después de su viaje. Estas gentes, decía Piteas, debían luchar por la vida en un lugar en el que el sol apenas daba luz y pocas plantas y animales podían vivir. Obtenían su sustento del mijo, frutos y raíces, al ser imposible cultivar otros alimentos.
«No hay noche en el solsticio de verano», informaba Piteas a su regreso de Thule. Este hecho, para alguien que viviera en el siglo IV a. C. a orillas del Mediterráneo, suponía una revelación increíble. Piteas fue testigo de algo que ningún griego había visto jamás: un lugar en el que el sol no salía en invierno.


Un océano congelado

Piteas viajó más al norte de lo que había hecho ningún europeo hasta entonces, pero no se quedó ahí. Continuó navegando, un día más de travesía desde Thule, alcanzando un lugar que no supo cómo describir. Había algo en el agua que según Piteas no era «tierra propiamente dicha, ni mar, ni aire, sino un tipo de sustancia formada por todos estos elementos, semejante a una medusa.»
En nuestros días se cree que Piteas intentaba describir un mar cubierto de tortillas de hielo a la deriva. Sin ningún marco de referencia para describirlo, no obstante, tuvo que recurrir a un extraño símil. Habló de una sustancia «similar a una medusa» sobre la cual «no se puede caminar ni navegar».
Bloqueado por un océano congelado, Piteas se vio obligado a regresar. Había visto ya cosas que la mayoría de la gente de su tiempo apenas podía imaginar, viajando desde el Mediterráneo hacia el norte hasta el círculo ártico, un lugar envuelto en tinieblas en el que hasta el océano se había congelado.

El relato de Piteas despierta dudas entre las gentes de su tiempo

A su regreso, muy poca gente creyó el relato de Piteas. Nuestra mejor fuente sobre su travesía es Estrabón, un hombre que le odiaba tanto que apenas podía escribir su nombre sin soltar algún insulto por el camino. Al referirse a él, Estrabón le llama «Piteas, quien desorienta a todo el mundo», o «Piteas, por quien tantos se han extraviado».
En otro pasaje, el antiguo historiador bromea comentando que pedirle a Piteas que no mienta es como pedirle a un malabarista que no haga malabares.
Islandia no sería colonizada hasta el 800 d.C., y la época de las exploraciones no comenzaría hasta el siglo XV. Ningún europeo vio lo que había visto Piteas durante más de mil años.
Pasarían otros mil años antes de que alguien creyera el relato de Piteas. En nuestros días, los historiadores modernos han comparado sus escritos con lo que sabemos hoy en día, observando que describe características del Ártico que ningún griego podría haber conocido en aquella época.
Más de dos mil años después de su muerte, Piteas ha sido por fin reivindicado. La mayoría de los historiadores opinan actualmente que decía la verdad, aunque se fuera a la tumba tachado de mentiroso, incapaz de convencer al mundo de las maravillas de las que había sido testigo.

Este artículo fue publicado anteriormente en Ancient Origins en Español


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