miércoles, 28 de noviembre de 2012

La ruta de la ola de frío que llevó a una MiniEra Glacial súbita

La ruta de la ola de frío que llevó a una MiniEra Glacial súbita

Hace alrededor de 12.900 años, se instauró en el hemisferio norte una pequeña Edad de Hielo, conocida por los científicos como Younger Dryas (o Dryas Reciente), que duró alrededor de 1.300 años. Las evidencias geológicas muestran que esa pequeña era glacial estuvo provocada por una entrada súbita de agua dulce en el mar, cuando el lago glacial Agassiz, en el borde sur de la Capa de Hielo de Lauréntida, que cubría la Bahía de Hudson y gran parte del Ártico canadiense, se vació de manera catastrófica, al destruirse el dique natural de hielo que lo mantenía aprisionado, y su caudal de miles de kilómetros cúbicos de agua dulce entró a raudales en el Atlántico Norte y en el Océano Glacial Ártico.

Este inmenso vertido de agua, con un volumen mayor que el de todos los Grandes Lagos de Norteamérica juntos, diluyó la gran corriente oceánica termohalina del Atlántico Norte, deteniendo la transferencia de calor llevada a cabo por ésta. En ausencia de la cálida influencia de esta circulación oceánica, las temperaturas del hemisferio Norte descendieron súbitamente, crecieron las capas de hielo y la civilización humana en el área más afectada se desmoronó.

El proceso de enfriamiento debió ser muy rápido, a juzgar por los resultados de análisis de núcleos de hielo extraídos en Groenlandia: Una década, o tal vez incluso dos años, un año, o varios meses. Es inevitable ver en esta catástrofe una situación con bastantes paralelismos con la película de ciencia-ficción "The Day After Tomorrow", en la que el mundo se precipita en una nueva era glacial en el transcurso de sólo unas semanas. De hecho, en un estudio de 2009 llevado a cabo por el equipo de William Patterson, de la Universidad de Saskatchewan en Canadá, se llegó a la conclusión de que si la antes descrita Circulación del Atlántico Norte dejase de existir de repente, el hemisferio norte se vería abocado a una MiniEra Glacial en cuestión de meses.

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Nuevo modelo del flujo de las aguas por el deshielo de la Capa de Hielo de Lauréntida. (Foto: Alan Condron, UMass Amherst)
No está claro qué ocurrió para que se produjera esa rotura súbita en la antigua Capa de Hielo de Lauréntida, que cubrió gran parte de Norteamérica durante miles de años, y que llegó a alcanzar un grosor de hasta 3 kilómetros. A juzgar por diversos indicios, los cambios catastróficos acaecidos hace unos 12.900 años en esa zona fueron provocados por el impacto de un asteroide o cometa contra la Capa de Hielo de Lauréntida. De todos modos, hay controversias al respecto, y algunos detalles propuestos no encajan. Por ejemplo, un estudio sobre el que publicamos un artículo en NCyT de Amazings el 11 de marzo de 2009 (http://www.amazings.com/ciencia/noticias/110309b.html) desveló evidencias que no apoyan la idea de que hubo incendios por doquier al comienzo del período del Dryas Reciente. Aunque esos resultados no refutaron la hipótesis del objeto cósmico, sí indicaron que un elemento de esta hipótesis (incendios por todas partes) no tuvo lugar.

Además, durante más de 30 años, los expertos del clima han debatido si la inmensa masa de agua liberada por la Capa de Hielo de Lauréntida fluyó primero al noroeste, penetrando en el Ártico, o bien lo hizo al este, por el Golfo de San Lorenzo.

Este último enigma quizá sí puede haber sido resuelto definitivamente ahora. Usando nuevos modelos de alta resolución de circulación oceánica global, Peter Winsor, de la Universidad de Alaska, y Alan Condron, de la Universidad de Massachusetts en Amherst, ambas instituciones en Estados Unidos, han obtenido las primeras evidencias concluyentes de que esa masa colosal de agua tuvo que fluir primeramente hacia el norte, penetrando en el Ártico, por el valle del río Mackenzie. Winsor y Condron también han determinado que si la masa de agua hubiera fluido al este, por el valle del río San Lorenzo, el clima de la Tierra no habría experimentado cambios significativos.

"Este episodio fue la última vez que la Tierra experimentó un enfriamiento de gran envergadura, así que conocer qué lo causó exactamente es muy importante para saber cómo nuestro clima actual podría cambiar en el futuro", razona Condron.

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