jueves, 21 de marzo de 2013

Estudio sobre acidificación marina arroja nuevas pistas

Estudio sobre acidificación marina arroja nuevas pistas

Para medir la acidificación del mar, se tomaron muestras de agua a lo largo de la costa este de EE.UU. (Mapa: Z. Aleck Wang)Un químico a escala continental realizado en aguas del este de Estados Unidos y del golfo de México está ayudando a los investigadores a determinar la manera en que distintos cuerpos de agua resistirán a los cambios en la acidez. El estudio, que mide la variación de los niveles de dióxido de carbono (CO2) y otras formas de carbono en el océano, fue realizado por científicos de 11 instituciones de EE.UU. y se publicó en la revista Limnology and Oceanography.

"Hasta ahora, no teníamos una idea muy clara del estado de acidificación en la costa este de EE.UU.", dice Zhaohui 'Aleck' Wang, autor principal del estudio y oceanógrafo químico de la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI). "Es importante que comencemos a entenderlo, porque el de la acidez marina podría afectar gravemente la vida marina a lo largo de la costa y tiene consecuencias importantes para las personas que dependen de la acuicultura y la pesca tanto comercial como recreativa."
De acuerdo con el estudio, diferentes regiones del océano costero responderán de maneras distintas al influjo de CO2, detalla Wang.
"Si se pone en este momento la misma cantidad de CO2 en el golfo de Maine y en el de México, el ecosistema en el golfo de Maine probablemente sienta los efectos más dramáticamente -observa el investigador-. La acidez ya es relativamente alta en esa región, y la saturación de carbonato de calcio (el mineral que muchos organismos necesitan para formar sus conchas) es particularmente baja. No es una buena situación."

 
Wang, a la derecha, y sus estudiantes y miembros del laboratorio en el mar alrededor de una roseta CTD. Esta roseta mide la conductividad o la salinidad, la temperatura y la profundidad y es una herramienta común de investigación oceanográfica. Las muestras de agua se recogen en cada de los tubos de la roseta a distintas profundidades y luego se las analiza químicamente en el laboratorio. (Foto: Taylor Crockford, Woods Hole Oceanographic Institution)

Durante la campaña de investigación, los investigadores midieron muestras de agua para conocer la cantidad total de carbono inorgánico disuelto (DIC), que se compone de una combinación de carbonato, bicarbonato, CO2 disuelto y ácido carbónico. El comparó esta medición con la alcalinidad total del agua, una medida de la cantidad de base presente en una muestra de agua.
La relación entre los dos es un marcador de la capacidad del agua para "amortiguar" o resistir los cambios de acidez. Las aguas con una alta relación alcalinidad/DIC serían menos susceptibles a la acidificación en comparación con las aguas que mostraron una proporción mucho menor, explica Wang.
Después de los datos, Wang y sus colegas determinaron que a pesar de ser una "zona muerta" con bajo contenido de oxígeno y alta acidez fuera de la boca del Misisipi, el golfo de México en su conjunto mostró una alta relación alcalinidad/DIC, por lo que sería más resistente a la acidificación. Sin embargo, a medida que el equipo se desplazó hacia el Norte, observó que la relación disminuía constantemente hacia el norte de Georgia.
Las aguas del golfo de Maine en promedio presentaron la menor proporción de alcalinidad/DIC de todas las regiones a lo largo de la costa este, por lo que serían especialmente vulnerables a la acidificación si aumentaran los niveles de CO2 en esas aguas.
Aunque no está claro exactamente por qué la relación alcalinidad/DIC es baja en las aguas del norte, Wang cree que parte del problema puede estar relacionado con las fuentes de alcalinidad de la región. Por ejemplo, la corriente costera de Labrador trae agua relativamente dulce y de baja alcalinidad desde el mar del Labrador hasta el golfo de Maine y la cuenca del Atlántico medio.
Wang sostiene que si esta corriente es la principal fuente de alcalinidad para la región, podría significar que el destino del golfo de Maine esté vinculado con los cambios climáticos globales que, a través de derretimiento del hielo marino y los glaciares, aumentan el flujo de agua dulce al golfo de Maine. Sin embargo, se desconoce si este flujo de agua dulce trae aparejada la disminución de la alcalinidad del agua de mar y la capacidad de "amortiguar" el efecto.
En su opinión, existe una gran necesidad de un mayor control químico marino de la costa y de estudios de acidificación marina costera. Una mejor comprensión de la química cambiante ayudará a las autoridades pesqueras a mejorar la administración de las poblaciones de peces.
05/03/13

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